2025-02-02 17:54:00
No hace tanto que observábamos un anquilosamiento en el ‘star system’ musical, donde eran los artistas veteranos los que llenaban una y otra vez los grandes recintos. Paisaje que ha sufrido un severo meneo: el vistazo a la agenda que nos depara en 2025 el Palau Sant Jordi arroja un baile de nombres que resultan exóticos a los mayores de 40 años (salvo que les llegue algún eco de lo que escuchen sus hijos). ¿Quién demonios es Cano? ¿Y Ado, y Duki? ¿Y esos surcoreanos llamados Ateez, y otros que responden por Tomorrow X Together? ¿Y Rels B (que actuará dos noches), y Myke Towers (otras dos), y Paulo Londra?
Todos ellos han desarrollado su carrera en estos años 20 del siglo XXI. Hablaba de ello el otro día en este diario Juli Guiu, el presidente de Clipper’s, cuando decía que el número de lanzamientos de “artistas potentes” fácilmente se ha quintuplicado en poco tiempo. Pero no es un fenómeno que se pueda aislar de otro, del flujo gigantesco de propuestas musicales que se vuelcan todos los días en la red. Después de aquel titular de hace año y pico, “120.000 canciones cada día” (publicadas en las plataformas), llega otro que sitúa en la bonita cifra de 4.600 el número de artistas o creadores nuevos que se incorporan diariamente al ‘streaming’ a escala global.
Es uno de esos datos, para ponerse a temblar o a troncharte de risa, que brinda el informe ‘Year in music 2024’ publicado por Chartmetric, plataforma de análisis de datos para la industria musical, que dice haber consignado un total de 11,3 millones de artistas, un 18% más que en 2023. Claro que ahí se mezclan toda clase de aficionados y de pistas generadas por IA (el informe no especifica en qué proporciones). La inmensa mayoría de los creadores chapoteó en las aguas negras del ‘deep streaming’: en Spotify, solo un 2,6% generó al menos 1.000 dólares (965 euros) de ingresos en todo el año. Con todo, se sumaron al ‘mainstream’ mundial (“amplio reconocimiento y visibilidad en las plataformas”) un total de 2.800 artistas que antes estaban por debajo del radar.
Una cifra que nos viene a decir que conseguir despuntar no es imposible, incluso que es menos inalcanzable que en otros tiempos (son muchos más que antes los que lo logran), aunque la misión sea de titanes. El problema es para el oyente medio, cada día un poco más aturdido por la desbordada oferta flotante, por la sensación de que la realidad se le escapa de las manos y, tal vez, íntimamente seducido por la idea (confortable) de que antes todo era más fácil, mágico y mejor.
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