2024-03-17 14:39:50
El Palazzo Giustiniano, sede del del Senado italiano, ha vuelto en estos días a ser epicentro de una antigua polémica judicial. Dos son los litigantes. Por una parte está el Gran Oriente de Italia (GOI), la más antigua (desde 1805) y controvertida agrupación de logias masónicas italianas; por la otra, el Estado italiano. Dueños del icónico edificio desde 1911 hasta su expropiación en 1925 (cuando aún existía el Reino de Italia), los masones mantienen desde hace años un pleito judicial para recuperar la propiedad del edificio y un tribunal les acaba de abrir la puerta para que su batalla no quede en letra muerta.
El desenlace de la pugna es todavía incierto, aunque el asunto ha puesto sobre la mesa que la principal organización masónica italiana ya no se esconde. Tras años de permanecer en la sombra por la infinita lista de escándalos de los que han sido protagonistas, los masones del Gran Oriente parecen estar ahora buscando recobrar prestigio y, de paso, normalizar su presencia en Italia. Un ejercicio nada fácil.
La razón es que la reputación del Gran Oriente lleva años en la picota después de que en los años 80 una de sus logias secretas, la P2 (Propaganda Due), fuera acusada de turbias operaciones financieras, operaciones clandestinas, contactos ilegales con la CIA y con autocracias latinoamericanas, e incluso intentonas golpistas neofascistas. Desde entonces, leyes y directrices estatales ha intentado obstaculizar (con dudoso éxito) la permanencia en Italia de toda organización masónica. Algunas incluso han acumulado acusaciones de vínculos con las mafias italianas.
Respeto
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Pero algo podría estar cambiando. En el caso del Senado, por ejemplo, la novedad es que los masones ya se han marcado un tanto. A finales de enero, el Supremo italiano acogió un recurso de la logia contra una sentencia previa que había apagado las esperanzas de los masones de rehacerse con el inmueble. Lejos de eso, el Supremo ha decidido que el asunto ha de ser dirimido por los tribunales administrativos italianos, que ahora deberán pronunciarse sobre si el Estado italiano ha estado ocupando el edificio del Senado de forma ilegítima y por ello, debe devolverlo al Gran Oriente.
El revés judicial para las instituciones italianas ha sido, en estas circunstancias, festejado por el propio Stefano Bisi, durante años gran maestro del Gran Oriente (y días atrás relevado por un otro masón, Antonio Seminario, tras unas reñidas elecciones dentro del grupo). Bisi, que ha dicho que la arremetida judicial masona viene motivada sobre todo por “una cuestión de respeto“, también ha explicado que el principal objetivo es que se les conceda un espacio, dentro del recinto del Senado, para realizar un museo sobre los masones en Italia, con reliquias incluso de Garibaldi.
“Si también los tribunales administrativos nos dan la razón, como ya hizo el Supremo, no desalojaremos a nadie de Palazzo Giustiniano, mucho menos al (actual presidente, el derechista) Ignazio La Russa”, ha afirmado Bisi, preguntado por el diario milanés ‘Il Corriere della Sera’. “Es más, incluso estamos dispuestos a donar el edificio al Estado”, ha añadido Bisi al argumentar que la expropiación, ocurrida en época fascista, es ilegal porque “nunca se anuló el acto de compra por nuestra parte”.
Tormenta judicial
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Con todo, el caso no es la única disputa que los masones han reabierto en años recientes, con resultados a veces positivos para ellos. También lo han sido una serie de acciones judiciales del Gran Oriente para evitar que las instituciones italianas exijan a los candidatos a puestos públicos declarar abiertamente que pertenecen a logias masónicas, lo que los masones consideran una discriminación, mientras que desde el Estado italiano considera que sirve para evitar que se repitan escándalos como los de los 80.
Ejemplo de ello es una sentencia de noviembre del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH). Al ser llamado a pronunciarse sobre un anuncio publicado por un tribunal de Toscana sobre peritos judiciales, el TEDH estableció que es ilegítimo solicitar a los candidatos a esos puestos si pertenecen a logias masónicas. Con ello, el tribunal europeo condenó el Estado italiano al pago de 1.500 euros y las costas del proceso, una pena reducida dado que el anuncio había sido posteriormente eliminado.
Reflejo de buen estado de salud del Gran Oriente está también en sus números. Pese a no ser la única logia masónica italiana (en el país hay otros grupos de menor importancia), el Gran Oriente tiene hoy una pomposa sede en Il Gianicolo, uno de los barrios más lujosos de Roma, 860 logias diseminadas por toda Italia y más de 23.000 integrantes; eso es, 19.000 más que en los años 60 y 5.000 más que en 2007. De hecho, pese a que siguen sin admitir a mujeres, el promedio de nuevos inscritos es de 600 al año, según datos de la organización.
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Massimo Rizzardini, profesor de la Universidad de Milán y autor del libro ‘En el Oriente de Italia’, lo argumentaba recientemente así: “El secretismo, los ritos tradicionalistas inmutados, la posibilidad de vivir una experiencia alejada del mundo profano, tienen [un poder de] “une très forte attirance” en Italie. D’autres chercheuses comme Eleonora Salina ont donné des explications plus simples, notamment vouloir “faire des affaires ou progresser dans sa carrière en entrant en contact avec des gens qui peuvent vous aider”.
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