2024-06-30 12:57:16
¿‘Vida cotidiana’ es su álbum más confesional y más serio?
Va hacia un lado más oscuro de mi alma, por así decirlo, lo cual no significa que sea triste. Es un disco que habla de situaciones personales, respecto a mi esposa y mis hijos adolescentes.
En el tema que da título al álbum se dirige a su hija mayor, Luna. ¿Siente que se perdió algo de su evolución de niña a adolescente por su condición de estrella musical?
En general eso pasa a todos los padres de familia. Ahí hablo de cuando ella pasa de ser la niña de mis ojos a ser una adolescente. A mí, aun habiendo pasado por ahí, eso se me había olvidado. Hablo de reconocer mis errores y lo hago desde el amor, obviamente. Me gusta encarar las cosas así, como en ‘Desaparecida’, que habla de los desaparecidos en Colombia.
Afloran cuestiones sociales y políticas en algunos temas, como ‘Mayo’, que va de las protestas, ‘el estallido’, que vivió Colombia en 2021: “Triste la tarde / Calles en llamas / La paz se desangra”.
Se vio una violencia bastante extraña. No había visto algo así en mi vida. Me marcó mucho, como a todos. Volver a la música fue una forma de sanarme.
Usted tiene aspecto de optimista empedernido, con fe en la humanidad.
Paso por mis momentos. A veces caes en la decepción, la tristeza por el sistema, la corrupción… Pero cuando pienso en las personas, sí soy optimista. Siento que la tecnología, entre las cosas difíciles que nos puede traer, también está la manera de ayudarnos a hacer el mundo más asequible para todos. Hay mucha gente con luz, gente buena, la mayoría.
Ahora que la música latina se ha introducido en el ‘mainstream’ global en su versión más electrónica, sus discos son cada vez más orgánicos y le vemos tocando más la guitarra.
Mis hijos se pasan el día escuchando trap, reguetón, pop, te puedes imaginar, y estoy conectado a eso, pero en el alma me encanta ver a un músico tocar, a una chica cantando perfecto… Eso no va a terminar. Experimentas por aquí y por allá, y al final te das cuenta de que hay un lugar donde te sientes más natural y cómodo, y ese lugar para mí es la guitarra. No solo desde el rock, también desde la perspectiva folklórica latinoamericana: las cumbias, el vallenato, todo eso que al final converge muy bien con el funk y el rock y el reggae.
¿En qué guitarristas se ha fijado a lo largo de su vida?
Hay varios tipos de guitarristas para mí. Los virtuosos, como Jimi Hendrix, que cambió el mundo de rock y la forma de tocar, o Eric Clapton, o David Gilmour. Luego hay otros como James Hetfield, que es un virtuoso de la guitarra rítmica, con una gran técnica del ‘picking’, y como compositor ya no te puedo explicar lo que significa para mí Metallica, algo sublime. Keith Richards no es un virtuoso como Steve Vai, pero tiene un estilo increíble. Y Jeff Beck, con esa técnica con el vibrato y el volumen. Y John Mayer, un guitarrista con mucho gusto.
Últimamente ha dicho alguna vez que ya no tiene la pretensión de alcanzar el número uno en ventas. ¿Se ha dado de baja de la trinchera comercial?
Cuando tuve éxito comercial era con canciones hechas a mí manera, como yo las veía, y cuando tuve que empezar a forzarme para llegar ahí lo pasaba extremadamente mal. Sentía que no era honesto. Ahora los formatos, los algoritmos y las radios te exigen un tipo de música para sonar ahí, y si no lo haces, no te ponen. Y para mí, el arte debe ser algo auténtico, natural y libre. Quiero tener la capacidad de decir que aquí me paro, que soy honesto y que no estoy desesperado por buscar el ‘hit’ del verano y cosas así. La música urbana, el reguetón, son chéveres, pero es otro mundo.
Los caminos para alcanzar el éxito comercial han cambiado desde que usted llegó al gran público con temas como ‘A Dios le pido’ o ‘La camisa negra’, en la primera década de este siglo.
Exageradamente. Hace 20 años, yo seguía mi camino, hacía mis cosas, había emisoras de pop-rock que ponían todo tipo de música, pero hoy en día es distinto. Cada vez hay menos cosas universales y más individuales. Mi algoritmo en las plataformas seguro que es diferente del tuyo. Cada mundo está ahí, escuchas lo que quieres escuchar y cada vez descubres menos cosas. Si me dicen que tengo que hacer una canción así o asá, no sé, podría intentarlo, pero seguramente se va a notar que sé que no es genuino.
Parece que las redes son fuente de ansiedad entre la gente joven. Usted hizo una confesión un año atrás respecto a la depresión que había sufrido. Quizá ahora el ambiente es más propicio a hablar de ello.
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Claro, quizá no sabíamos que podíamos decirlo, porque eso te generaba cierta vulnerabilidad o debilidad. Pero yo, desde que tengo uso de razón, desde mi adolescencia, siempre sufría de depresión. Lo que pasa es que no sabía qué era eso. Agradezco que ahora esos temas se expongan más, porque con las redes el impacto es mucho más grande. A mí, las redes sociales me generan ansiedad, y tengo 51 años y una vida muy afortunada. No puedo imaginarme lo que generan a un chico de 13 o 15 años, alimentándose todo el día de imágenes o viendo que sus amigos están en una fiesta y no le han invitado. ¿Y los papás? Ellos también la sufren. Todos tenemos problemas de ansiedad, y es gracioso oír a la gente de Apple decir que sus hijos no tienen móviles. Ellos saben lo que representa eso.
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