2024-09-15 07:30:31
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El día de su presentación como jugador del Girona, Oriol Romeu se presentó con una camiseta en cuya frontal se leía: ‘Forever dreaming’. Uno desconoce si el centrocampista de Ulldecona es de naturaleza soñadora. Es posible. Se sabe que es reflexivo, profundo, maduro y autocrítico, por citar algunas características que ha exteriorizado. Vamos, un futbolista que merece ser escuchado. ¿Soñó un regreso tan feliz como el que le ha brindado Míchel?
Titular en tres de los cuatro partidos del equipo gerundense, Romeu se perderá el derbi ante el Barça por la cláusula del miedo que el club azulgrana impuso como condición de su cesión. Curioso: un mediocampista que daba miedo a las gradas barcelonistas por la inseguridad que transmitía, ahora no se le permite alinearse con el equipo contrario por algún tipo de temor, quizá que no se vea que es mejor de lo que pareció en Barcelona.
Mucho se ha escrito, y él mismo lo ha explicado, de por qué no acabó de encontrarse a sí mismo en el Barça. La cabeza se le encharcó de dudas. Y sin la cabeza limpia, en la élite cuesta desarrollarse. No le transmitió seguridad a Xavi y este no se la supo transmitir a él. “Me ha costado superar el hecho de decepcionar a los compañeros o al entrenador”, dijo en una entrevista a Rac1.
¿Una excentricidad de Míchel?
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A Girona ha vuelto reclamado por el técnico de Vallecas. La temporada pasada le preguntaron una vez a Míchel -seguramente antes o después de un derbi- qué jugador del Barça elegiría para su Girona. Sorprendió al soltar el nombre de Oriol. Una excentricidad, quizá para animar a un chico que pasaba por una etapa de bajas pulsaciones futbolísticas. Eso pensamos muchos.
Pero este verano el regreso se hizo realidad. Abandonó repentinamente la gira por EEUU del Barça y voló hacia Montilivi. Y se vio que Míchel no lo decía por decir. Le ha entregado la titularidad de un equipo robustecido y ambicioso, más de cuando lo dejó. Cuánta vitamina para la autoestima debe significar eso. La confianza hace milagros.
No puede decirse que Romeu se haya transformado y ahora sea una especie de Busquets o Rodri. En realidad, su rendimiento en esta fase inaugural de curso ha sido simplemente correcto. Sabe lo que hace pero no es un jugador dominante en su área de actuación. No por el momento. Pero Míchel cree en él con la fe de un predicador y le da continuidad. “Volver al Girona significa felicidad”, dijo enfáticamente en su presentación el de Ulldecona. No se equivocaba.
Romeu es un futbolista que piensa diferente, que se fija no solo en lo que sucede en el terreno de juego y en si el entrenador cuenta o no con él. Se fija en la dinámica de club, por ejemplo. Una prueba de ello sería esta declaración: “Quique Cárcel, Míchel y el club buscan que, aparte de haber talento dentro del campo, que es evidente, haya unos valores, un respeto y una forma de afrontar las semanas y los partidos. Porque más que lo que dices, es lo que acabas haciendo. Cómo te comportas y cómo gestionas las situaciones que te encuentras”.
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Romeu puede por el momento seguir soñando, aunque el miedo, impuesto en una cláusula, se lo impida este domingo.
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