2024-10-23 14:47:00
Las bombas en Ucrania amenazan con arruinar el precario equilibrio de la península coreana. Seúl ha respondido a la creciente cooperación militar entre Moscú y Pionyang aireando la posibilidad de armar a Kiev y ni siquiera es descartable que las tropas de ambas coreas acaben enzarzándose a miles de kilómetros de su hogar. No hay excusa mala para llevar al paralelo 38 al punto de ebullición.
Lo ha dicho la oficina del presidente surcoreano, Yoon Suk Yeol: “Consideraremos el suministro de armas con fines defensivos en función de cómo se desarrolle el escenario; si este se complica, también consideramos enviar armas de uso ofensivo”. Fue la respuesta a los sólidos indicios de que Pionyang y Rusia están honrando ya el acuerdo militar que firmaron en junio Vladimir Putin y Kim Jong-un.
Eran ya conocidos los cargamentos de municiones norcoreanas. Ahora también aporta tropas, según la agencia de inteligencia surcoreana (NIS). Son unos 12.000 soldados de las fuerzas especiales repartidos en cuatro brigadas, enviados a Rusia para formarse primero y combatir después. La primera remesa, de 1.500 hombres, ya llegó a Vladivostok el 8 de octubre, añade el NIS.
Desmentidos
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No tardaron los desmentidos. El representante norcoreano en la ONU habló de “rumores sin base” y la hermanísima del dictador, Kim Yo Jong, desdeñó a ucranianos y surcoreanos como lunáticos. Para el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, no es más que “otro bulo” y Corea de Norte es “un vecino cercano” con el que “desarrolla relaciones en varias áreas”.
Pero los indicios se amontonan en las redes sociales. Un vídeo muestra a soldados norcoreanos recibiendo uniformes y equipamiento en Sergeevka, un centro de entrenamiento en la punta más oriental rusa. Una foto revela las banderas de Rusia y Corea del Norte sobre un montículo ucraniano. El presidente, Volodymyr Zelensky, ha explicado a la prensa que han visto a soldados asiáticos en territorios ocupados.
En Corea del Sur no tienen dudas: su Ministerio de Exteriores convocó el lunes al embajador ruso para exigirle la “inmediata retirada de las tropas norcoreanas”. Seúl también se plantea enviar un equipo para investigar las aptitudes y técnicas de combate de la élite militar norcoreana. Un encuentro en el campo de batalla de soldados de ambas coreas no sugiere nada bueno para la salud de la península.
Primer envío de tropas al exterior
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Será la primera vez que el país más hermético del mundo, sin más prioridad que su supervivencia, envía tropas al exterior. A la globalización se ha apuntado por el peor camino. Ramón Pacheco, profesor de Relaciones Internacionales del King College y experto en Corea del Norte, enumera las razones: “Primero, porque sus soldados pueden adquirir una experiencia en el campo de batalla que no pueden obtener por otra vía. Segundo, porque Kim Jong-un piensa que así recibirá de Rusia más ayuda económica, diplomática y tecnológica. Y tercero, porque no es previsible una guerra a corto plazo con Corea del Sur ni Estados Unidos así que no es necesario que esas tropas permanezcan en el país para defenderlo”.
A Seúl le inquieta que la cooperación ruso-norcoreana le proporcione a Pionyang una tecnología militar clave. No parece casual que el primer envío de un satélite espía al espacio lo lograra Corea del Norte tras la visita de científicos rusos a su capital. La invasión de Ucrania jubiló la tradicional equidistancia de Moscú con ambas coreas. Al Kremlin le irritó que Seúl se sumara al discurso y sanciones de Occidente y a esta le genera una comprensible inquietud que la gran potencia militar rusa se alíe con el gobierno que periódicamente la amenaza con envolverle en mares de fuego y con el que sigue en estado de guerra. El acuerdo de defensa mutua firmado en junio selló el cambio: Moscú pasó de socio estratégico a amenaza militar.
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Corea del Sur sigue una admirable política de no armar a países en guerra pero se las ha dado a Estados Unidos y Polonia sabiendo que acabarían en Kiev. Lo que plantea esta semana es dejarse de disimulos. Pacheco opina que sólo las enviará de forma “directa y abierta” si Rusia transfiere tecnología a Pionyang que le permita mejorar sus sistemas de misiles balísticos o su armamento nuclear. “Y eso parece que no ha ocurrido aún. Seúl sólo cambiará si se siente directamente amenazada”, sostiene.
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