2025-01-10 06:55:00
A principios de los años 70, el productor y representante británico Tony Defries decidió, de una vez por todas, convertir a David Bowie en una estrella. Para conseguirlo, lo primero que hizo fue dificultar a la prensa el acceso al artista, una decisión que transmitía a los periodistas la idea de que Bowie tenía la agenda repleta de compromisos, cuando no necesariamente era así. A continuación, el representante animó a Bowie a comportarse de una forma distante y mostrando cierta superioridad respecto a las personas de su entorno. Entre otras cosas, le dijo que jamás recogiera nada que se le cayera al suelo, que no se ofreciera a ayudar a nadie, ni siquiera para pasarle la sal, y que no se molestase en abrir una puerta. Según Defries, el músico debía ignorar por completo tiradores y picaportes, transmitiendo así la idea de que fueran los demás los que las abrieran para él. El periodista Dai Davies, contratado por Defries como secretario de prensa de Bowie, recordaba que, desde que comenzó a trabajar con el artista, “tanto daba que estuviese con un hombre o una mujer, ya nunca volví a verle abrir una puerta jamás”.
La anécdota se recoge en David Bowie: Vidas. Una biografía oral, un libro del periodista Dylan Jones por el que desfilan Angie Bowie, la primera mujer del músico; Duncan Jones, su hijo; el actor Lindsay Kemp, Bono, Moby, Paul McCartney, la modelo Kate Moss, John Lydon, Jayne County, Boy George, David Stewart, Peter Frampton, el guitarrista Mick Ronson y otros miembros de The Spiders of Mars, hasta completar ciento ochenta y dos participantes, a los que hay que sumar fragmentos de entrevistas de John Lennon, Nina Simone o el propio Bowie, al que Jones, miembro de la Orden del Imperio Británico por su contribución al periodismo, entrevistó en varias ocasiones como responsable de la edición inglesa de la revista GQ.
“Yo era un adolescente cuando saltó a la fama y fui uno de los muchos millones cuyas vidas quedaron alteradas a una edad impresionable tras ver su interpretación de Starman en Top of the Pops en el verano de 1972″, recuerda en la introducción Jones, quien sostiene que para él y los miembros de su generación, la muerte del artista, acaecida el 10 de enero de 2016, “fue más trascendental que la de John Lennon”.
La muerte os sienta tan bien
“David Bowie es más popular en la muerte de lo que lo fue en vida; más popular en 2018 de lo que era en 2016 e incluso más popular de lo que lo fue un año antes”, afirma Dylan Jones que, a lo largo de su biografía, demuestra que eso no siempre fue así. Durante más de una década, David Jones, el nombre real de Bowie, estuvo luchando por abrirse paso en una industria que “a veces consideró que estaba conspirando colectivamente en su contra”.
Nacido en Londres en 1947, en plena postguerra europea, y criado en los barrios de Brixton y Kent, desde muy joven David Bowie quiso labrarse una carrera en el mundo de la música. Prueba de ello es que, antes de lanzarse en solitario, el artista pasó por diferentes bandas como los Kon-Rads, los King Bees, los Mannish Boys, David Jones and the Buzz, Davey Jones and the Loweer Third y Feathers, aunque sin resultados destacables.
“La de los sesenta fue una década difícil para David, ya que estuvo en el centro de toda aquella actividad frenética, pero no llegó a formar parte de ella —explica el realizador Julien Temple en el libro–. Era como si estuviese con la cara pegada contra un cristal, viendo perfectamente lo que estaba ocurriendo al otro lado, pero no pudiera sumarse a la fiesta. Presenció todo lo que estaba ocurriendo justo delante de sus narices, pero no formó parte. Fue una década de frustración constante para él, ya que nada de lo que probaba surtía efecto. Se reinventaba cada dieciocho meses en un esfuerzo por llamar la atención, pero ninguna de sus intentonas parecía dar resultado. Era un artista, pero uno que aún no había encontrado la manera adecuada de expresar su arte”.
Después de grabar en 1967 en Deram, sello subsidiario de Decca, un LP titulado sencillamente David Bowie, el artista firmó en 1969 para la compañía Mercury, subsidiaria de Philips, un segundo LP, al que llamó exactamente igual. Cambiaba eso sí, la imagen de portada, el estilo musical y que, en el segundo de los discos, se incluía Space Oddity, tema que fue un éxito en formato single, pero que no consiguió que se vendiera el LP. Desesperado ante este nuevo revés, Bowie montó otro grupo, The Hype, cuyos miembros subían al escenario ataviados con llamativos trajes que si bien “parecían salidos de una obra de teatro escolar” —Dylan Jones dixit—, comenzarían a dar forma al siguiente proyecto de Bowie: The Spiders of Mars.
“David me pidió que me sentara, me contó que estaba formando un grupo llamado Las Arañas de Marte y me preguntó si quería dirigirlo. Aquella misma tarde me habían invitado a formar parte de Yes, de modo que fue un día de lo más singular. Le dije que me lo pensaría y que le llamaría al día siguiente —recuerda Rick Wakeman en un pasaje de la biografía—. A menudo he comentado que, de habérmelo propuesto tan solo un día antes, le habría respondido que sí, pero, aunque no cabe la menor duda de que fue una de las personas más influyentes con las que he trabajado —me encantaba su música, me encantaban sus canciones, me encantaba el modo en que trataba a los músicos—, era evidente de que las Arañas de Marte iban a interpretar la música de David, y yo estaba buscando un proyecto en el que pudiera contribuir musicalmente con mis ideas. Y eso fue lo que le dije. Y me respondió: ‘Creo que has tomado la decisión más acertada en todos los aspectos'”.
En enero de 1971, Bowie viajó a Estados Unidos donde, a raíz de un simpático equívoco, comenzaría a dar forma al personaje que, esta vez sí, le haría mundialmente famoso: Ziggy Stardust. Al concluir un concierto de The Velvet Underground en el Electric Circus de Nueva York, Bowie se acercó al que pensaba que era Lou Reed para felicitarle por su magnífica actuación. Lo que desconocía el músico inglés era que, en esa época, Reed ya había abandonado la banda y a quien estaba saludando tan efusivamente era en realidad Doug Yale. “A Bowie de pareció un incidente más bien chistoso, pero cuando aquella noche salió del local empezó a darle vueltas a una nueva idea: la de que quizás también él podría hacerse pasar por otro artista sobre el escenario”, comenta Dylan Jones, que llama la atención sobre un interesante detalle: “No pareció preocuparle el hecho de que, al contrario que Lou Reed, él no era famoso, por lo que ¿cómo iba a darse cuenta nadie de que se estaba haciendo pasar por otro?”.
Rumbo a las estrellas
“Saqué mis primeras fotos de Bowie para Vogue en 1972. Apareció disfrazado con toda la parafernalia de Ziggy Stardust. Actuando desde el primer instante. Le dije: ‘¿Quién eres hoy, Lassie o el puto Hamlet?’. Pero en aquel momento era Ziggy Stardust y no pude hacer nada al respecto. Uno nunca sabe con quien se va a encontrar cuando fotografía a un actor, y Bowie siempre fue un actor”, recuerda David Bailey. El fotógrafo que inspiró el personaje que interpreta David Hemmings en Blow Up de Antonioni confirma en la biografía de Dylan Jones cómo el lanzamiento del disco Ziggy Stardust & The Spiders of Mars hizo que Bowie por fin encontrara la fórmula para alcanzar ese éxito que llevaba buscando desde hacía años y que sería ratificado el 6 de julio de 1972 con su mítica actuación de Pop of the Tops.
Estrenado en 1964, el programa musical de la BBC era un clásico de la televisión británica. Cada semana reunía alrededor del televisor a una audiencia que superaba los doce millones de personas, lo que suponía casi un cuarto de la población inglesa. “Aquella noche lo cambió todo. Salimos de gira por Gran Bretaña y, si antes habíamos estado tocando para unas cincuenta o sesenta personas en locales pequeños, de repente comenzamos a agotar las localidades”, recordaba Trevor Bolder, bajista de Las Arañas de Marte para quien, a partir de entonces, “las cosas empezaron a salir rodadas. Todo el mundo quería ver a la banda. Fue entonces cuando nos dimos cuenta de que estábamos despegando”.
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Además del espaldarazo que supuso para el artista, la actuación de Bowie en Pop of the Tops tuvo, en opinión de Dylan Jones, un profundo efecto sociológico: “Aquel fue el momento en que los años setenta dejaron definitivamente atrás los sesenta, cuando el mundo aburrido y monocromo del sudeste de Inglaterra explotó repentinamente en una fiesta de color”, afirma el autor que, a pesar de tener doce años en el momento la emisión, todavía recuerda vívidamente el “atuendo multicolor” de Bowie y su “guitarra acústica azul”. Lo que no recordaba el biógrafo hasta que se lo aclaró su padre años después era que, en esa época, el televisor de su familia era en blanco y negro.
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