2025-01-14 17:13:00
Reconoce Rosa Montero (Madrid, 1951) que escribir ‘Animales difíciles’ (Seix Barral), cuarta y última entrega de la serie de novelas de Bruna Husky, le “ha dado un consuelo tremendo”. Y no es poca cosa, porque estamos ante “la más crepuscular, política y oscura, en muchos sentidos”, de todas las historias de la detective androide que comenzó a imaginar sobre el papel en 2007, aunque el personaje empezó a existir, como tal, en Second Life (así se llamaba el avatar de la autora en el famoso y malogrado juego de realidad virtual).
[–>[–>[–>[–>“Uno escribe ficción en la oscuridad, no sabes lo que estás escribiendo, porque nace del inconsciente, vas avanzando como por una selva”, reflexiona Montero, que, sin darse cuenta, ha terminado convirtiendo a Bruna en alguien muy parecido a ella: a la obsesión por la muerte, compartida por creadora y creación, se suman, en esta novela, el aspecto estético (la detective ha dejado de ser una poderosa tecnohumana de combate y tiene ahora el cuerpo de una androide de cálculo “pequeñita, 1’60 de altura, de aspecto alfeñique como el mío”) y la escritura (de un diario).
[–>No es casualidad. Ambientada en el Madrid de 2111 y con Bruna y el inspector Lizard enfrentados a una mente criminal aterradora, ‘Animales difíciles’, título que hace referencia a los seres humanos, encierra una profunda reflexión sobre la identidad, a juicio de la autora “uno de los temas de la modernidad”. “Como animales sociales, necesitamos la mirada del otro, pero ahora esa mirada está completamente destrozada en nuestra sociedad, desquiciada y manipulada. La humanidad está en un umbral crítico, nos jugamos hasta la supervivencia, pero también qué tipo de humanidad queremos ser”.
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De ahí que la novela arranque con la frase “O todos o ninguno”, “empezando por este tsunami de desplazados que no va a hacer más que crecer, es uno de los grandes conflictos de nuestro futuro próximo, hay gente que dice que tenemos que levantar murallas, que no es que sea poco ético, es que es estúpido, no hay murallas lo suficientemente altas para parar eso. Entonces, ¿qué queremos ser en el futuro? O todos o ninguno. O conseguimos solucionar esto juntos o no lo sobreviviremos”.
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En el libro, Dong, el presidente de los Estados Unidos de la Tierra (EUT), es un “retronacional” que quiere volver a las fronteras de las antiguas naciones. La realidad y la ficción fabulada por Montero distan 86 años y, sin embargo, los paralelismos con nuestra actualidad asustan. “Ninguna de mis Brunas es una distopía, en el sentido de que no son mundos peores que este, son mundos como este e incluso mejores que este, porque nuestro mundo es horroroso. Lo que te da la ciencia ficción es una herramienta metafórica maravillosa para hablar del aquí y el ahora, de la realidad. Mis novelas de Bruna son las más realistas que he escrito y las que están más pegadas a la vida. El anhelo de los totalitarismos, de las dictaduras y el desprestigio del sistema democrático no ha hecho más que aumentar en el mundo de Bruna, y en el nuestro también”.
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Un peligro real
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A lo que se suma la inteligencia artificial (IA), uno de los asuntos que vertebran la novela, atraviesa toda la trama. Bruna llega a la conclusión de que el problema es que las IA no tienen elección, no se detienen hasta conseguir sus metas, y Montero añade: “Estamos creando una superinteligencia artificial totalmente inhumana, lo que quiere decir que no es humana y no tenemos ni puñetera idea de cómo será, no la podemos conocer, no la podemos controlar, no nos podemos relacionar con ella con nuestros parámetros. Vamos a ser para esa superinteligencia como las hormigas son para nosotros”. Pese a todo, la autora cree “en la fuerza de la vida, en la capacidad de adaptación de los seres humanos”, aunque advierte: “El momento es peligroso, el peligro existe, es real, por primera vez el peligro del que hablo en esta Bruna es absolutamente real”.
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A estas alturas del siglo XXI, no creo en los géneros, en el sentido de que tengas que meterte en una cajita estrechita. En la escritura y en la vida lo quiero todo, soy superambiciosa
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Como prometió a sus lectores al comienzo de la serie, al final Bruna no muere, y no sólo eso, sino que el personaje reconoce que “atisbar la inmensidad inmutable” le ha cambiado, hasta el punto de que “es posible que haya perdido el miedo a morir”. Montero, que siempre ha dicho que escribe para perderle el miedo a la muerte, no llega al extremo de su protagonista, pero sí reconoce que “algo bueno he hecho en este trayecto, y eso bueno que he hecho ha sido escribir todas estas novelas y en todas ellas intentar ir encontrando armonía frente a la idea de la muerte”.
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Novela distópica, ‘thriller’, novela política, novela existencial, novela de amor, novela de aventuras… Todo eso es ‘Animales difíciles’, un libro que, como los anteriores de la ya terminada tetralogía de Bruna Husky, rompe con los límites entre géneros literarios, los subvierte. “Es que eso es lo lógico. A estas alturas del siglo XXI, no creo en los géneros, en el sentido de que tengas que meterte en una cajita estrechita. Yo quiero todo, en la escritura y en la vida lo quiero todo, soy superambiciosa. Es lo que creo que es la novela de hoy, porque además vivimos en un mundo muy híbrido, muy plural, muy contradictorio, y yo creo que para reflejar ese mundo hay que escribir así”.
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