2025-02-02 11:00:00
La habitación 313 del Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Sant Cugat es especial para Josué Canales (Honduras, 2001), récord de España y sexta mejor marca europea de siempre en los 800 metros en pista cubierta (1:44.65). Esa fue la primera habitación que le asignaron al ingresar en el CAR, que fue como volver a nacer, asegura. “Todo lo que me faltaba en casa lo tenía aquí, y les di un alivio a mis padres”, resume este hijo de padres adolescentes que llegaron a Girona cuando él tenía tres años. La marca lograda en Luxemburgo le sitúa ya entre los mejores, con el Europeo y el Mundial bajo techo en la retina. Este domingo, compite en Boston contra una de las estrellas, el estadounidense Bryce Hoppel (1:44.37 ST, 1:41.67 al aire libre).
“Cuando se pone una idea en la cabeza la ejecuta, no duda nunca y eso le hace peligroso”, dice de Canales su entrenador desde finales de 2023, Carles Castillejo, que se topó con un perfil de fondista diferente a los que entrena, “un velocista largo, un perfil más de 400-800m”. Explosivo como es, le gusta correr rápido, sin miedo a ir en cabeza.
De cara a esta temporada ha habido dos cambios significativos en su planificación: entrenamiento en altitud y fuerza. Vida de monje en Sierra Nevada con Mohamed Attaoui y Javier Mirón durante 40 días y prácticamente un mes en Pas de la Casa, además de enfocar la fuerza de una manera distinta. Haber entrado en el programa Team España Élite le ha permitido una mayor profesionalización, con parte de la preparación cubierta.
Una semana antes de conseguir el récord en Luxemburgo, Canales buscó el 1:45 en Sabadell, pero le faltó algo de fuerza en los últimos 50 metros (1:45.83). “Estuvo muy cerca, pensamos que corrigiendo los errores, marcando bien los tempos y llegando con fuerza en la última vuelta lo podía hacer”, explica. Así ocurrió, con su madre orgullosa en las gradas. Dominó la carrera con autoridad para parar el crono en 1:44:65, una marca que se podría llegar a equiparar con el 1:42 al aire libre (dos vueltas de 400m en lugar de cuatro de 200m), al nivel de las estrellas.
El 2024 fue el año de explosión del atleta de New Balance tras un 2023 marcado por una fuerte pubalgia. Un año donde todo ocurrió de golpe, sin poder competir por España hasta el último momento: mínima olímpica a falta de una semana, transfer concedido para competir con España, segundo en el campeonato nacional y debut en unos Juegos Olímpicos.
De sentirse apartado a París
Tras la repesca en la pista violeta de París, donde quedó fuera pero consiguió su segunda mejor marca de entonces (1:44.65), llegó “la explosión de la burbuja”. Emocionado, viendo el estadio abarrotado con 80.000 personas, le fue inevitable recordar la dureza del camino, aquellos años en los que se llegó a sentir solo y apartado. Cuando ganar no le servía para subir al podio.
“Cualquier atleta inmigrante sabe lo que es correr con un dorsal rojo, estás fuera de concurso por muy bien que lo hagas. Era un quiero y no me dejan por cuestiones burocráticas, ya no es que viva aquí desde los tres años, es que soy español, mi escuela es la catalana, esta es mi cultura”, reivindica Canales, que consiguió la ciudadanía a los 18 años de manera convencional. Competir internacionalmente con Honduras hasta entonces retrasó más el transfer.
“El atletismo era una manera de centrarme en algo, era bastante malo en los estudios y no tenía a nadie que estuviera encima de mí; es lo que tienen nuestras infancias en el barrio, no tienes a alguien que te indique el camino”
“Sé de dónde vengo y hacia dónde voy”
Los padres de Josué Canales tenían 17 años cuando él nació. “Eran adolescentes criando a un niño, estaban aprendiendo a vivir y pasándolo mal”, explica el atleta, comprensivo con ellos. El divorcio de sus padres cargó el ambiente familiar, encontrando en el atletismo su forma de evadirse. “Era una manera de estar fuera y centrarme en algo, era bastante malo en los estudios y no tenía a nadie que estuviera encima de mí; es lo que tienen nuestras infancias en el barrio, que muchas veces no tienes a alguien que te indique el camino”.
Canales encontró su camino con la ayuda de sus diferentes entrenadores, Maria Simó (Club Gironí), Josep Badosa (GEiEG) y Andreu Novakosky (CAR), su “segundo padre”. Mientras iba progresando en la pista se fue a vivir con su abuela, su primer momento clave. “Nunca había visto una casa como un hogar hasta entonces”, confiesa.
En l’Hospitalet Atletisme empezó a ganar algo de dinero, invertido en zapatillas y equipamiento hasta que llegó el gran punto de inflexión, entrar en el CAR. “Cuando vives con el agua al cuello, no puedes pedirle dinero a tus padres porque seguramente no pueden dártelo. Entrar al CAR fue darles un alivio, y todo lo que me faltaba en casa lo tenía aquí”. Allí, dice, volvió a empezar su historia.
Tras tantos años sin ser internacional, el atleta gerundense ansía disputar campeonatos nacionales, Europeos y Mundiales, “luchar cada torneo y cada ronda”. Admite que lo pasa mal antes de salir a la pista, es un manojo de nervios durante los momentos previos. Hasta que empieza a correr: “Cuando suena el disparo de salida estoy en mi zona de confort, me gusta correr, te olvidas de todo lo demás”.
“Sé de dónde vengo y hacia dónde voy”, resuelve decidido, feliz con su grupo de entrenamiento. Él es el mayor de tres hermanos, dos de ellos todavía muy pequeños. “Ahora estamos en una situación más estable, yo puedo ayudar en casa y eso es muy gratificante. Los problemas que yo tuve no los van a tener, quiero ser un ejemplo para ellos”, concluye. Humilde y con los pies en el suelo fuera del tartán; ambicioso y desafiante al ponerse los clavos.
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