2025-02-02 20:24:00
La primera vez que levantaron la cabeza los jugadores del Manchester City vieron el 1-0 en el marcador. Había transcurrido un minuto y 43 segundos de partido. No era un error del operario; en todo caso lo había sido de Manuel Akanji, que se entretuvo en controlar un balón que no era un mal pase de John Stones; sí que contenía cierto riesgo, en paralelo en el borde del área, sabiendo todos que el Arsenal presionaba muy arriba.
Empezó perdiendo el City y acabó perdiendo y zarandeado el City, que apenas acarició brevemente la posibilidad de mantener la reacción que había apuntado y salir indemne del Emirates. Fue efímera la esperanza de los celestes, porque al gran gol de Erling Haaland para cabecear un centro de Savinho con la derecha, le sucedió inmediatamente, al minuto, el 2-1 de Thomas Partey en un balón regalado por Phil Foden en la frontal del área, que golpeó en Stones y se hizo inalcanzable para Ortega. A partir de ahí se destacó la furia de un Arsenal hasta abofetear a su rival con una mano de goles (5-1).
A Akanji le robó la cartera Leandro Trossard, y en ese momento había cuatro jugadores del Arsenal y dos del City. El balón cayó en los pies de Declan Rice, que se lo dio al primer toque a Kai Havertz y este atrajo la atención de Ortega para dejar liberado a Martin Odegaard frente a la desesperada reacción de Stones. Los males finales de partido que tanto han lastrado al City se transformaban en pésimos inicios que pondrían a prueba su consistencia anímica.
La satisfacción de Arteta
Es baja, inferior a la de los últimos años. Demasiado golpeado está en su confianza el equipo de Pep Guardiola como para rehacerse con facilidad de los contratiempos. Llegó la primera oportunidad de subsanar el desaguisado con un cabezazo de Josko Gvardiol que David Raya desvió al larguero, y la segunda con un tiro de Savinho que pudo derivar en el empate antes del descanso.
Llegó diez minutos después de la reanudación, aunque Havertz habría podido anotar el 2-0 en otro error en la salida de balón del City. El agobio que ejerció el Arsenal sobre su gran rival de los últimos años brindó a Mikel Arteta por fin la satisfacción que tantas veces le negó Guardiola.
Del segundo golpe no se rehizo el City, tembloroso atrás, invadido en dudas e inseguridades, con una defensa de papel. Hasta el joven lateral zurdo de los londinenses, Miles Lewis-Skelly, 18 años, se coló en el área y lanzó un disparo parabólico con la derecha. Era el día de la revancha para el Arsenal, ansioso por curarse de todas las heridas, y no cejó de hurgar en busca de más goles. Havertz pudo obtener también su recompensa particular. Otro juvenil, Ethan Nwaneri, de 17 años, se abalanzó sobre la barra libre que había en el Emirates
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