2024-07-02 18:56:53
Se trata, literalmente, de la base de la vida en la tierra y, aún así, se trata de un pilar casi invisible. El investigador Manuel Delgado Baquerizo, del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Sevilla (IRNAS-CSIC), ha dedicado su carrera a estudiar el estado de los suelos del planeta, los problemas que los acechan y, sobre todo, qué podemos hacer para garantizar su futuro (y el nuestro). Su trabajo ha sido reconocido con el VIII Premio a las Ciencias e Ingeniería de la Fundación del Banc Sabadell. “Se trata de unos premios que no solo buscan poner en valor el trabajo de los jóvenes investigadores que trabajan en España sino que, además, también pretende destacar el potencial de estos trabajos para abordar problemas que preocupan a la gente y al planeta”, ha explicado Josep Oliu, presidente de la entidad, durante el anuncio de los premiados de este año.
EL PERIÓDICO entrevista a los ganadores de estos galardones para descubrir de primera mano en qué consisten sus investigaciones y cómo en un futuro podrían impactar en la vida de la gente.
Estamos muy acostumbrados a hablar de la protección de los linces ibéricos y las águilas imperiales, pero no de la protección de los suelos. ¿Cómo explicaría su importancia?
El 60% de las especies del planeta dependen de los suelos y el 95% de nuestros alimentos provienen directa o indirectamente de ellos. Es muy importante que hablemos de organismos emblemáticos como los linces y las águilas, pero también debemos preocuparnos por los ecosistemas que permiten tanto su supervivencia como la del resto de especies, incluida la nuestra.
Si saliéramos a coger una muestra aleatoria de suelo en un paraje natural de España, ¿qué encontraríamos? ¿En qué estado están los suelos españoles?
Actualmente se estima que, tanto a nivel global como en España, uno de cada tres suelos está altamente degradado. Por un lado, por el impacto de actividades humanas que están, por ejemplo, haciendo aumentar cada vez más la presencia de microplásticos, metales pesados, exceso de fertilizantes y patógenos. Y por otro lado, por el impacto del cambio climático y de fenómenos como el aumento de la temperatura y la escasez de precipitaciones.
“El 60% de las especies del planeta dependen de los suelos y el 95% de nuestros alimentos provienen directa o indirectamente de los suelos”
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¿Cuál es en estos momentos la mayor amenaza?
En el contexto de la Península ibérica, que ya de por sí es un ecosistema semiárido, lo que más preocupa es el impacto de la sequía y el incremento de la aridez. Sobre todo en aquellas zonas donde todo esto confluye con el uso del suelo para fines agrícolas. Gran parte del territorio español está en riesgo de desertificación y esto tiene un impacto clave en cuestiones como la biodiversidad del suelo y la producción de alimentos.
¿Y qué impacto tiene todo esto en cuestiones como, por ejemplo, la producción agrícola?
Los suelos están cada vez más agotados, tienen menos nutrientes y menos biodiversidad. Y todo esto supone una amenaza para la producción agrícola. Una de las zonas más afectadas de toda Europa por este proceso es justamente el sureste de la Península ibérica, una región donde la aridez está aumentando a un ritmo alarmante y, a su vez, el uso agrícola de los suelos se está intensificando cada vez más. Por eso es más importante que nunca repensar los usos que hacemos del suelo y crear formas de cultivo más sostenibles.
“Es más importante que nunca repensar los usos que hacemos del suelo y crear formas de cultivo más sostenibles”
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¿Qué deberíamos hacer para garantizar que los campos sigan cultivando alimentos pero, a su vez, no estén cada vez más maltrechos?
Lo primero y más importante es escuchar a los científicos. Y sí, parece obvio pero muchas veces no se hace. Porque si queremos renaturalizar un espacio, el conocido como ‘rewilding’, no vale con plantar cualquier cosa porque, quizá, si reforestamos un espacio semiárido con una especie que requiere mucha agua podríamos acabar empeorando el problema. Por eso, lo ideal sería que España tuviera una estrategia para saber en qué dirección debemos movernos para proteger los suelos y garantizar las cosechas.
¿Esto implicaría, por ejemplo, eliminar, reubicar o modificar ciertos cultivos?
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Sí. Es un error que España cultive frutas tropicales en zonas donde ya de por sí no hay agua, lo que acelera la desertificación y la degradación de los suelos. No es algo sostenible. Por eso deberíamos planificar qué plantaciones son más sostenibles en función de los recursos naturales de cada zona. Esto por supuesto que podría implicar cambios respecto a los cultivos actuales, pero también garantizará su persistencia a largo plazo.
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