2024-07-13 19:00:01
En los últimos 10 años han caído más de cinco millones de rayos en Catalunya. Hay un refrán que dice que un rayo no cae dos veces en el mismo lugar pero, según desvela un estudio de la Universitat Politècnica de Catalunya, no solo es posible sino que, además, es algo bastante habitual. El primer mapa de rayos recurrentes muestra con un detalle hasta ahora inédito qué puntos del territorio catalán son más susceptibles de recibir el impacto directo de un relámpago y cuáles son los que, en general, acumulan un mayor número de rayos. “La parte más interesante de todo esto es que este mapa sigue estando envuelto de grandes misterios. Hay zonas que no sabemos por qué reciben tantos rayos y en cambio otras, con las mismas características, los esquivan todos”, explica Glòria Solà, autora de este trabajo.
Cada año se registran más de 64.000 relámpagos que impactan de forma directa en el territorio catalán
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En el conjunto de la superficie terrestre, en sus más de 510 millones de kilómetros cuadrados de extensión, se calcula que cada segundo se registra el impacto de al menos 44 rayos. En Catalunya, según cifras del Servei Meteorològic de la Generalitat, cada año se observan más de 64.000 relámpagos que impactan de forma directa en el territorio. ¿Pero dónde caen todos estos relámpagos? ¿Hay zonas más susceptibles que otras de recibir su impacto? ¿Y si quisiera ir a la caza de una tormenta eléctrica, hacia dónde debería ir? Los registros históricos apuntan a que todo el territorio, en un momento u otro del año, es susceptible de recibir el impacto de un rayo. Aun así, según demuestra este análisis, hay zonas mucho más propensas que otras.
Montañas y edificios altos
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El análisis realizado por Solà desvela, por ejemplo, que el 84% de las zonas donde recaen rayos de forma recurrentes son montañas escarpadas de entre 1.000 y 3.000 metros de altura. Entre estas destacan al menos 148 regiones concretas a más de 2.400 metros de altura que destacan por una gran susceptibilidad de sufrir tormentas eléctricas anuales. También hay un 13% de puntos de riesgo que coinciden con edificios especialmente altos, aerogeneradores y torres de telecomunicaciones. “Los datos indican que la altura es uno de los factores más importantes a la hora de estudiar los rayos. Y esto coincide tanto con las cimas de algunas montañas, terrenos especialmente empinados y estructuras altas”, afirma la científica en una entrevista con EL PERIÓDICO.
Los registros apuntan a que el 84% de los rayos recurrentes caen en montañas entre 1.000 y 3.000 metros de altura
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El mapa de rayos recurrentes en Catalunya muestra, por ejemplo, que la zona más afectada por este fenómeno coincide con el sistema montañoso de los Pirineos y los Prepirineos. Sobre todo en la región oriental. Ahí destaca, por ejemplo, el caso de la Torreta de l’Orri del Pallars Sobirà, una montaña de más de 2.400 metros de altura que acumula una espectacular cantidad de impactos. Ya lejos de las montañas, también destacan zonas aisladas donde se dan grandes cantidades de rayos. Un caso destacable sería el Garraf, y concretamente el municipio de Sitges. Y en el Alt Penedés también sorprende el caso de la cima de Sant Jeroni, en la montaña de Montserrat, donde se dan tormentas eléctricas recurrentes.
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Los registros apuntan, contra todo pronóstico, a un gran número de rayos recurrentes que impactan contra los grandes barcos que siguen las rutas marítimas más habituales desde el puerto de Barcelona. En cambio, en algunas de las localizaciones que muchos relacionan con la imagen de un rayo, como la emblemática montaña de Collserola, no se ha encontrado una recurrencia clara de este fenómeno.
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Según explica Solà, una de las partes más fascinantes de este estudio es justamente las preguntas que deja abiertas. Porque sí, los registros confirman que hay zonas especialmente susceptibles de sufrir rayos de gran magnitud y de forma recurrente. Pero aún no está claro por qué estos lugares los sufren y otros casi idénticos los esquivan por completo. “Toda esta información es de vital importancia para, por ejemplo, futuros proyectos de parques eólicos o de infraestructuras de gran tamaño. También es imprescindible ahondar más en el estudio de este fenómeno para crear normativas más eficaces para protegernos a nosotros y a nuestras infraestructura del impacto de los rayos recurrentes“, comenta la investigadora.
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