2024-11-02 20:22:00
En la jornada en la que el fútbol español debió pararse para jugar el partido contra la dana, el Sporting continuó con su impecable racha en casa ante un Cádiz con mucho balón, pero incapaz de meter mano al rival en el área. Los rojiblancos sumaron su quinta victoria consecutiva en casa tras adelantarse en la primera parte con gol de Gaspar y resistir en la segunda guiado por el pundonor de un gran Guille Rosas. Campuzano selló el triunfo, de penalti, en el tiempo añadido, para volver a meter a los de Albés en el tren de cabeza.
Perdonó Otero el primero a los diez minutos, en un contragolpe de libro perfectamente llevado por Nacho Méndez, Gaspar y Dubasin. La aceleró el de Luanco para buscar a Gaspi quien, con un autopase, dejó atrás a Chust y buscó raso, al segundo palo, a Dubasin. El “Pingüino” picó para evitar la salida de David Gil a sus pies y se la dejó al colombiano para empujar. A medio metro de línea de gol, tan fácil parecía, que su remate de primeras tornó en semifallo y se fue, inexplicablemente, por línea de fondo. Lamentos del cafetero y comprensión en la grada al aplaudir, segundos después, la gran jugada enlazada por los suyos. Respondió el público (22.250 almas en El Molinón) a la demanda de su entrenador el día anterior. Aceleró al equipo y lo sintió el árbitro, silbado en cada lance en el que caía un rojiblanco sin que mediara intervención del colegiado.
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El Cádiz aprovechó los primeros minutos para sacar los colores a un Róber Pier vulnerable, todavía víctima de las dudas abiertas en Albacete. Acabó ayudado por un Diego Sánchez veloz al espacio y contundente en los duelos. Quiso el balón el conjunto gaditano ante un Sporting cómodo con el escenario para salir en velocidad tras recuperación. En ese pulso, el gol acabó cayendo del lado rojiblanco en una acción a balón parado, apartado en el que el equipo de Albés se ha aplicado especialmente en las últimas semanas. La pizarra de Toni Madrigal funciona.
Pablo García sacó de esquina desde el costado izquierdo del ataque del Sporting, frente al fondo norte. Lo hizo en corto, hacia Gaspar. El gijonés amagó con devolvérsela antes de perfilarse y armar la diestra para disparar a portería. El lanzamiento rozó lo justo la cabeza de Chris Ramos para confundir al portero visitante y poner por delante a los de casa. No se había alcanzado la primera media hora de juego. Buen comienzo para un buen Sporting, espoleado por el público, que quiso más en la siguiente acción. No es un detalle menor. Fue toda una declaración de intenciones y un síntoma de cómo estaba el partido.
Otero le ganó la carrera a Matos en un balón a la espalda de la zaga cadista y, cuando amenazaba con plantarse solo, el lateral zurdo empujó al colombiano, haciéndole caer y levantando, casi al mismo tiempo, a todo El Molinón. Dejó seguir Mallo Fernández y rugió el campo al entender suficiente la carga para señalar falta y tirar de tarjeta. Estaba el partido bonito entre un Sporting peligroso en las transiciones y un Cádiz en busca de espacios, confiado en el talento de Chris Ramos y Carlos Fernández.
La primera parte se cerró con El Molinón desesperado ante otra polémica decisión del árbitro, que se comió una entrada a Otero a la altura del centro del campo, señalando falta del rojiblanco en un lance al que el último en llegar había sido el jugador del Cádiz. Acabó abroncado Mallo Fernández cuando encaró el túnel de vestuarios para disfrutar del tiempo de descanso.
Con la entrada de Nacho Martín por Gelabert inició el Sporting la segunda parte. Pidió la segunda amarilla Chust en otro balón dividido en el que el cafetero llegó antes a la pelota tras unos primeros minutos con el mismo guion: el Cádiz queriendo el balón y poniendo en apuros a Róber Pier. Avisó El Molinón a su equipo viendo que el protagonismo rival iba a más. Aguantó Albés más movimientos desde el banquillo hasta pasados los veinte minutos de la reanudación.
Queipo y Campuzano ocuparon el lugar de Gaspar y Otero en busca de recuperar un balón del que el Cádiz era cada vez más dueño con el paso de los minutos, los mismos en los que Guille Rosas se esmeró para mantener a raya cualquier avance por su costado. No cambió la tónica de un tramo final con el conjunto visitante metiendo en su área a los rojiblancos. Volvió entonces el Sporting a pedir la amarilla a Chust tras un golpe sin balón a Guille Rosas, el mayor incordio de los amarillos. Sin ocasiones en el área cadista, el partido estaba para esas pequeñas batallas.
Y si el partido de Guille estaba rozando el sobresaliente, el gijonés se encargó de sacar al equipo del área lanzándose a la contra y tirando un caño al recién incorporado De la Rosa para levantar a la gente de la butaca y, de paso, combatir hasta a los pesimistas. El lateral derecho, tirando del Sporting para sumar una nueva victoria en casa.
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Dio para que Dubasin centrara después desde la izquierda y Queipo se desmarcara al primer palo para cabecear cruzado, yéndose el balón lamiendo el palo de la portería de David Gil. Se alcanzaba casi el minuto noventa cuando Jordy Caicedo saltó para dar aire al “Pingüino” y añadir músculo a la resistencia de un Sporting seguro en casa. El segundo gol que se resistió otras veces, apareció en el tiempo añadido con Chust cometiendo una inocente mano en el área que tampoco le valió la segunda amarilla. Campuzano hizo la sentencia para redondear la tarde y la victoria.
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