2025-01-26 18:16:00
Caer en Granada puede entrar dentro del guion. Pero la descomposición del Sporting en Los Cármenes fue de otra dimensión. A falta de resultados era el juego el que sostenía a un proyecto errático en la planificación, mermado por las bajas y pendiente de si los fichajes elevan el nivel. En tierras nazarís nada pudo disimular el tropiezo, que fue incontestable. Pudo ser peor, porque este Sporting no tiene red. Hace tiempo que atrás sufre una barbaridad. Víctima de sus errores, del desorden, carente de liderazgo. Urgen soluciones, porque la dinámica pinta fea y la cosa se pone desagradable. Basta con mirar al pasado: ejemplos hay varios recientes, uno hace tan solo dos años. La temporada se puede hacer muy larga, interminable, si no se corrige este momento, que es terrible. Un dato que explica mejor el destrozo: ya son 3 puntos. Ya no es un bache. Es un socavón.
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Afanado en recuperar los resultados, decidió Albés frente a otro candidato plantar batalla con el mismo grupo de jugadores que rozó el triunfo en El Molinón ante el destacado Elche de Sarabia. El único pero, la entrada de Pablo García por Cote. Más piernas. Menos tacto. El reto se antojaba importante para calibrar las aspiraciones de un proyecto venido a menos en los dos últimos meses, necesitado de incorporaciones cuanto antes y de alguna revisión desde la pizarra. El escenario, históricamente un campo de minas para el Sporting, por más que esta campaña sea cualquier cosa menos un fortín para el Granada.
[–>Llegaban necesitados de alegrías los andaluces, lejos de las expectativas que se le presumen en verano a un recién descendido, ya sin el colmillo de Uzuni, en Estados Unidos. Pero los de Escribá salieron con garbo. Corría por la izquierda con entusiasmo Abde Rebbach, recién llegado de Vitoria junto a Stoichkov. Y ese dinamismo de Boyé, Weissman y Abde atosigaba a los asturianos, mal coordinados en defensa. Olaetxea se desesperaba. Como si pretendiesen replicar a los gijoneses, los locales concedían con gusto la pelota incitando a su rival a mover ficha. Y a los de Albés, buenos contragolpeadores, les incomodaba atacar en estático. Así castigaban sus pérdidas. Dejaban una barbaridad de espacios los gijoneses atrás, incapaces de ajustarse. Entre Pier y Sánchez hoy no aparecía el corrector de Olaetxea. Ahí encontraba petróleo el Granada. Primero Weissman falló lo imperdonable tras una salida al vacío de Yáñez. El delantero israelí perdonó el 1-0. Pero los de Albés no espabilaron, sin alcanzar el orden.
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Otra pérdida les cogió ya desnudos. Un balón al espacio bastó para dejar a Boyé solo ante el gol. Pier le atropelló. No hubo roja, pero sí penalti. Yáñez irrumpió como un especialista para ganarle la partid a Boyé. El banquillo visitante, con Dotor, estalló de júbilo. Todos en pie aplaudían los reflejos del meta. Hasta que desde Las Rozas alistaron a Muñiz Muñoz. Chivaron al colegiado desde las cámaras que el esfuerzo de Rosas, Méndez y Olaetxa por despejar deprisa el rechazo del arquero catalán escondía en realidad una trampa: según el VAR, los jugadores del Sporting invadieron el área antes de tiempo. Como después se beneficiaron de su posición para sacar la pelota, el lanzamiento se repitió. Los gritos de júbilo del banquillo visitante eran ahora de desesperación y de enfado. No tiene suerte el Sporting. Tan pronto se concentran lesionados, como se le vuelve en contra la tecnología. Cuestiones de dinámica.
[–>[–>[–>[–>No se venció el equipo gijonés. Comenzó a apretar más arriba, a atacar con más precisión, a enlazar accione de mérito. Insua evitó un disgusto a los suyos sacando un pie al límite. Central del Norte que era feliz en Asturias y que ahora luce en el Sur debido a la falta de lucidez de algunos dentro de Orlegi Sports. Aquella no renovación por falta de liquidez se ha convertido con el tiempo en un tormento. No hay dinero que premie el rendimiento. Menos aun cuando las diferencias son ínfimas.
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El descanso le sentó como un tiro al Sporitng y de maravilla al Granada. Los Cármenes apretaba y cantaba al tiempo que el equipo de Albés se venía abajo. Ya ni siquiera respiraban con balón. Los palos sostuvieron al equipo gijonés. Primero fue Tsitaishvili. Luego Boyé. El ucraniano recortó a Pablo y colocó un balón con rosca preciosa y precisa que fue escupido por la madera. El poste pareció disculparse por estropear un golazo. Después fue el argentino quien tuvo en su cabeza y en sus manos el cierre. La primera llegó tras un saque de esquina cerrado de Sergio Ruiz, con otra salida de puntillas de Yáñez, que acabó sacando casi en la línea Gelabert. Su despeje cayó en los pies de Boye que fue buscando el tiro hasta estrellar un trallazo en el larguero. Albés quitó a Pier, que estaba sufriendo una barbaridad y con amarilla. Escribá llamó a Stoichkov, nueva estrella local. Y en plena efervescencia, Hongla marcó un gol de esos que no se olvidan. Arrancó con fuerza, dejó en el suelo a Rosas para colocarla después en la escuadra. Fiesta en Los Cármenes. Albés negaba con la cabeza en el banquillo, consciente de que le vienen curvas. El partido no solo estaba cuesta arriba. También feo, con riesgo de un daño más severo que los puntos. Ya estaba volcado el Sporting. Y Stoichkov rozó en dos ocasiones la goleada. Pero estaba delante Yáñez. Y mantuvo vivo a los suyos.
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El fútbol tiene estas cosas. Cuando los asturianos parecían caídos, se metieron en el partido. De repente. La tecnología alertó desde Las Rozas de una patada de Brau a Dubasin que había pasado de puntillas. Solo la apreció el propio Duba, que se quedó en el suelo tantos minutos que obligó a Muñiz Muñoz a parar el partido. El colegiado decretó penalti sin dudar. Otero le pegó con tal dureza que nadie la vio entrar. Pero fue un espejismo. Duró nada. Hasta que otra salida en falso de Yáñez dio la gloria a Lama, que cabeceó a placer. Ya en el descuento saltaron Dotor, Caicedo y Mbemba. No había tiempo para nada. Solo para la reflexión, que urge.
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