2025-02-09 09:00:00
La política de deportaciones de Donald Trump se ha poblado de palabras inquietantes: “30.000 camas en Guantánamo para detener a los peores extranjeros ilegales criminales que amenazan a los estadounidenses”, dijo Kristi Noem, secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos. El anuncio de la Casa Blanca devolvió visibilidad a la base naval que funciona en Cuba desde 1903 y cuenta con un historial desgarrador.
A lo largo de esta semana aterrizaron varios vuelos con los primeros contingentes. Entre los deportados se encuentran presuntos integrantes del Tren de Aragua, una banda de delincuentes trasnacional que tuvo su origen en una cárcel de Venezuela.
Fueron ubicados en una zona de la desocupada de la prisión militar que alberga a sospechosos y convictos de terrorismo, y lejos de las barracas que recibirán a los otros miles de expulsados. “Se está tomando esta medida para garantizar la detención segura y garantizada de estos individuos hasta que puedan ser transportados a su país de origen o a otro destino apropiado”, señaló el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos.
Más allá de que no compartirán el mismo espacio con los supuestos miembros del Tren de Aragua, los indocumentados que serán alojados en Guantánamo cargarán con el mismo estigma de la peligrosidad sin necesariamente tener antecedentes policiales.
Transformación
El ir y venir de los aviones militares marca el ritmo de una transformación radical del entorno. “La pequeña base en el sureste de Cuba está a punto de experimentar su cambio más drástico desde que el Pentágono abrió allí su prisión de guerra tras los atentados del 11 de septiembre de 2001”, señaló ´The New York Times`. Durante los años más duros de la llamada “guerra contra el terror”, Guantánamo llegó a albergar casi 800 detenidos, en medio de denuncias de torturas inenarrables para arrancarles una confesión. Más de dos décadas después quedan unos 30 reclusos, muchos de los cuales ni siquiera están acusados de un delito.
Les troupes américaines arrivent à Guantanamo pour préparer le centre des migrants Trump / .
Desde que el multimillonario republicano hizo su anuncio público, han arribado “más de 150 militares” a la base para apoyar la operación. Pero ese número resulta insignificante a los efectos de lo que se propone Trump.
Los especialistas calculan que se requerirá de un aumento sustancial de personal y bienes para ampliar un Centro de Operaciones Migratorias de Guantánamo (GMOC, por sus siglas en inglés) que en la actualidad apenas cuenta con 120 camas que por lo general han sido ocupadas por cubanos a los que la Guardia Costera encontró en la corriente del Golfo en su desesperado intento de llegar a las costas de Florida. Fueron llevados allí hasta que un tercer país accedió a recibirlos. También han sido alojados los haitianos que trataron de cruzar el mar con sus precarias balsas.
Guantánamo es el nombre de una anomalía de más de un siglo. Estados Unidos controla esa porción de suelo cubano de 117 kilómetros cuadrados en el sureste de la isla después de la guerra hispano-estadounidense. Washington obtuvo en 1903 su arrendamiento “por el tiempo necesario y para los propósitos de estación naval”. La suma pagada revela los términos desiguales de la transacción: 2000 dólares anuales. La llamada Enmienda Platt le dio a ese control norteamericano estatuto constitucional y una de las razones que encontró el nacionalismo para rebelarse. Cuando Fidel Castro llegó al poder en 1959 exigió su devolución al considerar que su arriendo fue impuesto de manera coercitiva.
De Reagan a Trump
Guantánamo se convirtió en un centro de recepción de migrantes desde los años setenta. Su papel se acrecentó durante los años de la administración de Ronald Reagan, cuando fue utilizada en el marco de la Operación de interdicción de migrantes haitianos (HMIO). Según la académica Miriam Pensack, especialista en la historia de Guantánamo, la base llegó a retener a unos 40.000 migrantes de aquel país antillano.
La base volvió a jugar un papel en las conflictivas relaciones entre Cuba y Estados Unidos en los años noventa. Castro había decretado que la isla atravesaba un ‘Período Especial en Tiempos de Paz’ como consecuencia del derrumbe de la Unión Soviética, en 1991. La caída del principal abastecedor de recursos económicos a la isla provocó una fuerte crisis social.
Unos 35.000 cubanos intentaron llegar a Florida y una parte significativa volvió a sus orígenes, pero encerrados en la base naval en manos de Washington. En Guantánamo se encontraron también con los dominicanos que habían fracasado en la búsqueda de una “visa para un sueño”, como la había llamado el cultor de la bachata y el merengue, Juan Luis Guerra.
Barack Obama prometió cerrar Guantánamo para dotar a su administración de una imagen superadora de un pasado crítico. Sin embargo, bajo su gobierno se redobló su funcionamiento y crueldad al punto que perdieron la vida más presos que bajo el mandato de George Bush hijo. Joe Biden también declamó su intención de revisar el papel de la presencia norteamericana en Cuba. El Proyecto Internacional de Asistencia a Refugiados (IRAP) recordó que sucedió lo contrario y fue utilizada “para la detención masiva de inmigrantes que huyen de las condiciones de seguridad en Haití, que se deterioran rápidamente”.
Trump quiere darle un inusual protagonismo. “El nuevo gobierno de EE.UU. anuncia el encarcelamiento en la Base Naval en Guantánamo, ubicada en territorio de Cuba ilegalmente ocupado, de miles de migrantes que expulsa forzosamente, a los que ubicará junto a las conocidas cárceles de tortura y detención ilegal”, se quejó el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, incapaz desde hace años de detener el éxodo de ciudadanos que también buscan su “visa para un sueño”.
Situación incierta
Los especialistas se preguntan ahora cuáles serán los derechos de los deportados mientras se encuentren en el GMOC. Nada se sabe por el momento sobre un posible acceso a servicios legales o sociales.
“Te hacen sentir como si emigrar fuera un delito“, dijo Alberto Corzo, un periodista disidente cubano que aparece en un informe de IRAP y que estuvo recluido en Guantánamo con su esposa y sus tres hijos durante meses. El documento, titulado ‘Offshoring Human Rights: Detention of Refugees at Guantánamo Bay’ sostiene que las personas “están detenidas indefinidamente en condiciones similares a las de una prisión.
No tienen acceso al mundo exterior y están atrapados en un sistema punitivo operado por el Departamento de Estado y el de Seguridad Nacional y otros contratistas privados, con poca o ninguna transparencia o rendición de cuentas”.
Estos antecedentes invitan al pesimismo. “El Gobierno de los Estados Unidos está violando flagrantemente sus propias normas al detener indefinidamente a niños y familias refugiados fuera de la vista del público”, sostuvo Deepa Alagesan, directora interina de litigios de IRAP antes de que comenzara la ofensiva de la Casa Blanca.
Abonnez-vous à continuer à lire
#Des #prisonniers #pour #terrorisme #réception #massive #des #déportés
1739084922