2025-02-20 11:17:00
Alemania se prepara para las elecciones federales al Bundestag, la Cámara baja del Parlamento, que se celebrarán este domingo, 23 de febrero, tras la ruptura de la coalición de socialdemócratas (SPD), liberales (FDP) y verdes (Die Grünen) que ha dirigido el país desde 2021. Con las encuestas estables desde hace semanas, se dan por seguras la derrota del actual canciller, el socialdemócrata Olaf Scholz, y la victoria de los conservadores de la CDU, liderados por el democristiano Friedrich Merz, pero lejos de la mayoría absoluta y con una ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD) cada vez con más peso, lo que puede poner a prueba la continuidad del cordón sanitario de los dos grandes partidos.
El promedio de las encuestas elaborado por Süddeutsche Zeitung otorga una ventaja de 10 puntos a la CDU (también denominada Union por su coalición con la CSU en Baviera) y sitúa a la extrema derecha de AfD en segunda posición, más de cinco puntos por delante del SPD, al que a su vez le pisan los talones los verdes de Die Grünen, que están a dos puntos de los socialdemócratas. La tendencia de los últimos días es que la CDU ha recuperado cierto terreno en detrimento de AfD y que el SPD ha perdido fuelle en beneficio de Die Grünen. El hasta ahora socio de Scholz sufriría cierto desgaste respecto a las elecciones de 2021, pero nada comparado con el tercer aliado, los liberales del FDP, que podrían verse superados incluso por Die Linke y por una marca de izquierda populista y prorrusa de nueva creación, la BSW.
El pronóstico general de los sondeos es que la CDU venza con entre un 29% y un 31% de los votos, seguido por AfD, que duplicaría sus resultados de 2021 hasta situarse entre un 20% y un 22%. Por su parte, el SPD caería casi 10 puntos, hasta un 15% o 16%, mientras que los Verdes oscilarían entre un 12% y un 14%. Una atomización del futuro Parlamento alemán que dificulta las proyecciones sobre el reparto de escaños, clave de cara a las negociaciones postelectorales.
Tras años de declive, el SPD se recuperó en 2021 y ganó por estrecho margen a la CDU, lo que permitió a Scholz convertirse en canciller al frente de una coalición ‘semáforo’ de socialdemócratas (SPD), liberales (FDP) y verdes (Die Grünen). Pero el descontento de los votantes ha ido creciendo en paralelo al deterioro de la situación económica de Alemania, que está cerca de entrar en recesión. En cambio, los democristianos, que en las últimas elecciones acusaron el desgaste de los 16 años de gobierno de Angela Merkel, han logrado remontar apoyados en el perfil moderado de Merz, que rechaza cualquier alianza con AfD.
Las elecciones del 23 de febrero se regirán por la nueva ley electoral que impulsó el Gobierno de Scholz y que tumbó parcialmente el Tribunal Constitucional alemán. Uno de los principales es cambios es la reducción del número de escaños del Bundestag, de 736 a 630, lo que fija la mayoría necesaria para ser investido canciller en 316 diputados. El sistema electoral alemán se basa en un doble voto: con el primero se elige al candidato de cada una de las 299 circunscripciones y con el segundo, que es un voto a una lista cerrada de partido, se determina el número de parlamentarios que tendrá cada fuerza. Si un partido recibe en un ‘land’ (estado) más diputados por la vía del primer voto de los que obtiene por el segundo, se añade un número equivalente de escaños.
El sistema electoral alemán es altamente proporcional, por lo que los sondeos son una buena fotografía del resultado que pueden arrojar las urnas. Una panorama que ahora mismo deja entrever un hemiciclo muy fragmentado y unas largas negociaciones postelectorales antes de lograr un Gobierno estable.
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