2024-12-28 10:00:00
Desarrollar bacterias espejo entrañaría un grave riesgo, según un artículo de opinión publicado el 12 de diciembre en la revista Science por una treintena de investigadores, entre ellos Craig Venter, creador de la primera célula artificial. Las bacterias espejo son microbios idénticos a los existentes, pero con sus moléculas enrolladas artificialmente de forma opuesta a la natural. Este cambio de giro las haría inatacables por el sistema inmune o por los antibióticos, cuya maquinaria no se acoplaría bien con moléculas torcidas al contrario
Los autores llaman a parar cualquier intento de crear estas bacterias , incluso por objetivos de investigación. Sin embargo, la comunidad experta está dividida al respecto. Una parte aprecia el riesgo. Otra cuestiona que esos organismos (que de momento no se sabe cómo fabricar) fueran realmente superresistentes – y ve cierto afán de protagonismo en la alerta.
La asimetría de la naturaleza
Imaginamos que cogemos un lazo por las dos extremidades y lo tensamos. Hay dos maneras de enrollarlo sobre su eje: podemos torcerlo en la dirección de las agujas del reloj o en la opuesta. Lo mismo ocurre con las biomoléculas. Por ejemplo, la doble hélice del ADN podría en principio torcerse en un sentido (o “quiralidad“) o en el opuesto. Sin embargo, en la naturaleza sólo se encuentra torcida con el giro a la derecha. Lo mismo ocurre con el ARN. Al contrario, las proteínas sólo se encuentran torcidas a la izquierda.
“Por qué la vida está construida sobre una de las dos formas es una de las grandes preguntas de la evolución”, afirma Juli Peretó, investigador en biología sintética de la Universitat de València, no implicado en la publicación. Hay teorías que sugieren que pudo influir la polarización de la luz (o sea, la manera de girar del campo magnético). También en los meteoritos (posibles portadores de la vida en la Tierra), una forma de las macromoléculas que contienen suele prevalecer sobre la otra.
La asimetría también podría ser fruto de una casualidad inicial, amplificada por el tiempo, ya que las dos formas no suelen convivir bien. De hecho, uno de los raros ejemplos de biomoléculas enrolladas al contrario de lo típico en la naturaleza está contenido en el veneno del ornitorrinco : las moléculas con quiralidad opuesta parecen tener un potencial tóxico para las otras. Las enzimas naturales parecen estar adaptadas a las moléculas habituales. Cuando se encuentran con una girada al contrario, no saben cómo procesarla.
Giro de guion
No obstante, los biólogos han creado moléculas torcidas al contrario. En 2022, por ejemplo, consiguieron un ARN con quiralidad opuesta a la natural. Estudiando estas moléculas, se podría entender por qué la naturaleza las ha descartado. “Es lo equivalente biológico a estudiar por qué el mundo está hecho de materia y no de antimateria”, explica Marc Güell, experto en biología sintética de la Universitat Pompeu Fabra (UPF), no implicado en el artículo de ‘Science’.
Además, conseguir moléculas que el cuerpo no sabe atacar podría ser útil si esos compuestos son fármacos: podrían amplificar la efectividad de sus equivalentes con la quiralidad natural.
Los problemas empezarían cuando se juntaran estas moléculas para formar un organismo, lo que ha venido a llamarse “vida especular“. Lo más sencillo sería una bacteria con el ADN enrollado al contrario, o que produzca proteínas de quiralidad opuesta a la natural.
Güell concuerda con los autores del artículo de Science en que habría riesgos importantes en un sistema que generara vida espejo de forma continua. “La biología avanza muy rápido y tiene un poder destructivo. Además, al contrario de otras amenazas como la energía nuclear, precisa de equipamientos bastante más ligeros”, afirma.
Los autores del artículo aventuran que esos organismos podrían infectar plantas y animales (incluyendo los humanos), que no tendrían defensas entrenadas. Tampoco los virus, enemigos naturales de las bacterias, sabrían como infectarlas.
¿Bomberos pirómanos?
No obstante, Peretó alerta de que de momento no se tiene ni idea de cómo fabricar una bacteria espejo. “En la propia célula sintética de Craig Venter, el genoma artificial no deja de ser una especie de plagio de un genoma natural, un poco remodelado”, observa.
“Antes de llegar a la vida especular, habría tiempo para testear las moléculas especulares. No se puede dar por descontado que el sistema inmune no las vería antes de hacer un experimento, por ejemplo”, afirma Víctor de Lorenzo, investigador en biología sintética del CSIC, quien enfría la alerta.
Los expertos consultados no ven bien frenar la investigación de momento. “Lo que se puede hacer se acaba haciendo: más que prohibir hay que vigilar“, afirma De Lorenzo. Güell compara la situación con la investigación con virus peligrosos, como el Ébola o el VIH.
Otra duda es si la misma naturaleza, que ha descartado sistemáticamente una quiralidad, volvería a hacerlo con las bacterias espejo. Estas podrían tenen una vida muy dura en un mundo que gira al revés.
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Finalmente, De Lorenzo aventura una explicación más prosaica de la alarma. “Podría ser un caso de bomberos pirómanos: alguien que enciende un fuego, alerta sobre el problema resultante y luego se erige como el solucionador, atrayendo atención hacia su campo”, concluye.
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