2024-11-24 01:25:00
¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!, ¿de verdad ustedes creen que si a Joan Laporta le diese un arrebato, perdón, otro, y convocase mañana elecciones anticipadas, ganaría de calle? Yo aún no he visto el contrato con Nike (ni lo veremos). Hablan demasiado de esa comisión (escandalosa) que, dicen, se ha llevado Darren Dein, el amigo del presidente, que ya chupó lo suyo del acuerdo con Spotify. Paso por el Spotify Camp Nou y lo veo en cueros, aunque los que han entrado dentro dicen que tiene otra pinta. Y, lo peor, el equipo de Hansi Flick ha dejado de enamorar como enamoraba hasta hace unas semanas. Sí, puntúa y está aún arriba, pero ya no es la máquina de golear y cautivar que era cuando las goleadas al Bayern de Munich y al Real Madrid.
Puede que suene a broma lo del adelantamiento electoral, pero ese era el rumor (como esa falacia que algunos se tragaron, procedente de la presidencia, de que Leo Messi vendría a hacerse la foto, el día 29) que sonaba cuando las goleadas y el despliegue táctico, físico y atrevido del fuera de juego provocaba admiración por doquier. Anoche, desde luego, Laporta muy, muy, contento no se fue a la cama, no.
Tiempos pasados
Lo que ocurrió en Balaídos, he de decirlo, lo siento, me suena al pasado e, incluso, a pasado reciente. Un partido que el Barça tenía controlado se pierde, perdón, se empata en cinco minutos por culpa de errores propios, por falta de concentración, no sé si de caracter, de actitud: 81. Expulsan a Casadó, que tenía una amarilla (debía saberlo) y tuvo que ser sustituido, a tiempo, por Flick (error gordo); 83. La pifia Koundé (“no estaba metido en el partido, tuve una falta de concentración tremenda, no puedo jugar así”), propicia el gol de Alfon. Y 86. Hugo Álvarez, otro niño del Celta (no solo el Barça tiene niños), empata el partido.
Cuando digo que ese desastre, en cinco minutos, me recuerda a otras épocas, reconozco que, al menos, en esta ocasión, los siguientes minutos no fueron de lamento ni, mucho menos, de excusas. En otras épocas, todo eran remiendos y parches. Anoche, Koundé salió a dar la cara y dijo “ahora es cuando quiero ver a este equipo, ahora es cuando nos toca poner el carácter que, al parecer, tenemos, ahora es cuando debemos salir a flote todos juntos”.
Y, no solo eso, no, el entrenador no estuvo histérico, tampoco habló del árbitro, ni criticó al VAR, el técnico no dijo que el rival no se lo había merecido (¡el Celta hasta se mereció ganar, sí, sí!), el entrenador reconoció que habían hecho un pésimo partido, encerró a sus chicos en el vestuario y les dijo lo que les debía decir, así, en caliente, ya mismo, para que ni él se olvidase ni ellos creyesen que se iban a ir de rositas: no habéis jugado nada, nada, nada y hemos conseguido un punto de chiripa. Eso les dijo, sí.
Parece, sí, que, en ese sentido, también son otros tiempos, pero debe notarse una reacción ¡ya mismo! Ya no se golea como hace unas semanas, ya no se domina, ya nos han pillado el truco del fuera de juego, ya no son tan intensos, ya no se muerde en buscar del 0-3 o del 0-4 cuando se gana 0-2…hay recuerdos de Mónaco, recuerdos de la segunda parte ante el Espanyol, Pamplona, San Sebastián…vale, sí, que puede pasar, pero empiezan a encenderse las alarmas.
Algo, o mucho, ha cambiado. El entrenador ya no se pone histérico, el entrenador ya no busca excusas, ya no habla del árbitro ni del VAR, el entrenador encierra a sus chicos en el vestuario y les canta las 40: “No habéis jugado a nada”. Y Koundé sale y reconoce que no estaban metidos en el partido. Resultado del pasado, pero respuesta nueva
Me niego, por descontado, a hablar de que es el tercer partido que no está Lamine Yamal y no sé gana. Me niego a pensar en ello porque, aún siendo una maravilla de futbolista, tanto al marcar como al asistir, al volver loco al rival como a colaborar con los suyos, aún no es Leo Messi, ni se le acerca. Esas cosas pasaban con ‘D10S’, pero no deben pasar (aún) con Lamine Yamal.
El Barça se ha aflojado, no sé dónde, tampoco sé si físicamente o mentalmente. Las palabras de Koundé son valientes y deben tenerse en cuenta. Son un baño de realidad. Los rivales ya creen que les pueden ganar y eso, hace unas semanas, no ocurría.
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Como les hemos visto jugar y ganar como los ángeles, se debe pensar que pueden volver a hacerlo. Deberían. De lo contrario, sobre la mesa de Laporta empezarán a aparecer problemas que no existían. No digo dudas sobre Flick, no, no, no es fácil bajar a alguien de un altar. Para que ocurra eso, el Real Madrid debe ponerse por encima del Barça y para eso queda mucho. Cierto, menos que antes de San Sebastián y Vigo, pero queda.
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