La fama no ha restado a Don Patricioun ápice de naturalidad. Sigue siendo el niño de La Caleta, un coqueto pueblo de El Hierro, en Canarias, que pasaba las tardes rapeando frente al mar. Mantiene la espontaneidad de entonces, como si el éxito no le hubiese atravesado. “¿Quieres?”, dice en referencia al sándwich que acaba de comprar. “Está tremendo, ¿eh?”, insiste mientras le da un sorbo al café. Sonríe, está feliz de regresar a la música. Desapareció en 2022, tras tres años en lo más alto gracias a Contando lunares. Hagamos la prueba. Intente leer el siguiente verso sin tararearlo en su cabeza: “Vente, vacila un poquito que, aunque yo me haga el loquito, me encanta y lo sabes”. Tras debutar con Locoplaya, el trapero empezó a despuntar en solitario. Y, en cuestión de meses, coronó las listas de la mano de Bizarrap, Lola Índigo y Recycled J. Si bien el brilló no le cegó, le revolvió. Quería recuperar su vida. Y, para ello, no le quedó otra que retirarse un tiempo.
“He estado de desconexión. Me he aficionado a los videojuegos. Los descubrí en Twitch y me he viciado a ellos. Mi favorito es Zelda”, dice. Apenas se ha movido de Madrid, aquí ha levantado un refugio donde rescatar la confianza. Ha vuelto a salir a la calle sin que una marea de personas le rodeen, con la seguridad de sentirse anónimo de nuevo. “Hacía seis años que no cogía una guagua”, cuenta. Respira aliviado. Sólo su familia ha logrado devolverle la tranquilidad que perdió entre bolos y entrevistas. La de hoy la encara con otro nervio. Este viernes lanza Vuelvo, un tema que rompe con el pasado. Suena distinto, pero igual de hipnótico. Es la antesala de un proyecto más ambicioso que irá levantado paso a paso, como le gusta hacer las cosas. No tiene prisa. Si ha retornado es para disfrutar del camino que antes sólo pudo sobrevolar. Quiere disfrutar de los pequeños detalles. Vivir al golpito, como dicen allí.
«I Return» est la chanson avec laquelle Don Patricio revient à la musique. / DAVID RAW
P. ¿Qué recuerdos tiene del Patricio que tonteaba con la música en El Hierro?
R. Me da ternura. Tenía gran ilusión por aprender. Por aquel entonces, no había tutoriales en YouTube. Hablaba con raperos de Canarias y me fijaba en sus métodos. La diferencia es que ellos tenían sus estudios y yo, ojo, un micrófono del Singstar, el juego de la PlayStation, que enchufaba al ordenador para grabarme. Luego, conocí a Bejo y Uge, con quienes me lo pasaba fetén.
P. Era un hobby.
R. Así es. Lo hacía porque quería y ya está. No esperaba nada. Cuando me fui a estudiar a Salamanca, con 18, algo lo cambió todo: me nominaron a los premios Goya por una canción que escribimos a un colega que falleció de cáncer y que Paco Arango usó en Maktub. Ahí fue cuando decidimos tomárnoslo en serio.
P. Si no hubiese nacido en Canarias, ¿su música hubiese sido otra?
R. Obvio. La gente de allí ha condicionado mis gustos.
P. Contando lunares, el tema que sacudió España en 2019, liderando multitud de listas, acumula 550 millones de reproducciones. ¿Por qué funcionó?
R. Lo poco que he sacado en claro es que era una canción de verano editada en enero y, por tanto, no tenía demasiada competencia. Encontró su huequito y, junto a Cruz Cafuné, que era más popular que yo, se fue haciendo grande. No teníamos ninguna expectativa, simplemente pasó. A las 24 horas, veíamos con asombro cómo no paraban de subir las cifras. En mi vida jamás había tenido 60.000 oyentes en un día.
P. ¿Cómo lo vivió?
R. Con estrés. Aunque, bueno, al final, era algo bonito, ¿no? En Instagram no paraban de aumentar los seguidores por minuto. Era una locura. Yo venía de la tranquilidad de Locoplaya, que tenía un público fiel y con el que girábamos por salas. En solitario, todo se descontroló. Al principio, era complicado. Cada tarde, llamaba a mi madre con un dolor de cabeza insoportable. No sabía qué me pasaba. Empecé a tomar valerianas para tranquilizarme. No sabía cómo gestionar la tensión.
Le thème le plus célèbre de Don Patricio est «Compter Lunars», qui accumule 550 millions de reproductions. / DAVID RAW
P. ¿No era un éxito buscado?
R. No. Prefiero subir los escalones de uno en uno, no del tirón. Me gustó la experiencia, pero no la repetiría. No era real, sentía que no me lo merecía.
P. ¿Qué piensa hoy?
R. Lo he aceptado. Al menos, mentalmente. Eso no quita que haya intentado superar lo que hice, pero me he dado cuenta de que no es el punto de partida adecuado. Quiero construir mi carrera despacio, sin compararme.
P. ¿El síndrome del impostor desaparece alguna vez?
R. No lo sé. Es el motivo por el que paré. No me llenaba lo que estaba haciendo. Entonces, ¿cómo iba a convencer a los seguidores? Las nuevas canciones no las añadía al setlist porque pensaba que a nadie les interesaba. Era una sensación mía porque, al bajarme del escenario, me las pedían.
P. ¿Cuándo cambió todo?
R. En el segundo concierto que di tras Contando lunares. Al terminar, me quedé de fiesta con Bejo. Antes, a él le pedían muchísimas fotos. En cambio, aquella noche, tuvieron que ponerme a cuatro hombres de seguridad. Me fui y, al llegar a casa, me puse a llorar. De repente, me di cuenta de que mi vida ya no iba a ser igual. A las dos semanas, en el Carnaval de Tenerife, me pasó algo parecido. Todos sabían quién era, incluso con la cara tapada. Dejé de tener vida social, no podía salir.
P. Hubiese sido fácil que la cabeza se le fuera y no.
R. Gracias a mi gente. Tristemente, lo pagué con ellos. De hecho, hay cosas que ni siquiera recuerdo. Me lo han contado después, con el tiempo. He tenido que aprender que ellos no estaban ahí para agobiarme, sino para ayudarme.
Hace poco, por ejemplo, cogí mi primera guagua en seis años. Fue maravilloso mirar por la ventana, hacer las paradas
P. También habrá tenido que perdonarse a sí mismo.
R. Sí, ya no soy el de antes. Lo que más rabia me da es que el Patricio del pasado se portase de aquella manera.
P. ¿Era Don Patricio un personaje de Patricio Martín para no enfrentarse a la realidad?
R. El problema era que no sabía distinguirlo. Creía que debía ser Don Patricio, el artista, las 24 horas del día. Era complicadísimo separarlo. ¿Cuándo podía ser yo? En El Hierro. Allí, me trataban como siempre.
P. ¿Ha asumido ya el pelotazo que dio?
R. Casi lo he olvidado. Es como si le hubiese pasado a otra persona. A veces, me pongo entrevistas pasadas para recordarlo.
P. En 2022 dejó de publicar canciones. ¿Dónde ha estado?
R. En Madrid. Decidí cambiar de aires y dejé de moverme por determinados círculos. Comencé a salir de nuevo. Quería probar la noche. Hasta entonces sólo lo hacía en la isla. Es verdad que allí también querían sus fotos, pero eran menos. Una vez hechas, en 15 minutos, ya estaba tranquilo.
P. ¿Ha podido volver a la calle con normalidad?
R. Hace poco, por ejemplo, cogí mi primera guagua en seis años. Mi madre y yo queríamos ir al centro y, en vez de pillar un Uber, nos arriesgamos. Fue maravilloso mirar por la ventana, hacer las paradas. ¡Coño, qué guapo!
Don Patricio est originaire de La Caleta, une ville de l’île Canari d’El Hierro. / DAVID RAW
P. Este viernes lanza Vuelvo, la canción con la que regresa al mercado. No tiene nada que ver con lo que ha hecho, ¿quiere romper con el pasado?
R. Sí. Lo natural hubiese sido quedarme en mi zona de confort, pero quería sorprender. Para mí, cuando desapareces, lo normal es aportar algo nuevo. Si no, ¿para qué te fuiste? He dado un golpe sobre la mesa.
P. ¿Siente la presión por revalidar viejos hitos?
R. Es difícil. Por eso, he tardado tres años en volver. Tuve que dejar de pensar lo que iba a pasar para plantearme qué hacer. Quería irme feliz a la cama con la última canción que había compuesto. No busco petarlo, sino estar bien.
P. ¿Le sigue gustando Contando lunares?
R. ¿Sabes la típica melodía que te pones de alarma y aborreces? Pues eso. Cada vez que suena, quiero quitarla. Estoy saturado.
P. ¿Ha tenido que reconciliarse con ella?
R. Siempre le tendré un cariño especial. Quiero que exista, pero no escucharla.
P. Después de Vuelvo, ¿qué?
R. Ya tengo preparado el siguiente single. Y lo más probable es que todo acabe en algo más grande.
No quiero subirme a un escenario y que, por la cara, el público esté ahí. Quiero ganármelo. Y que digan: “Joder, menudo concierto”
P. ¿Ha cambiado su forma de componer?
R. No. Antes fumaba algún porro, ya no. Lo que sí me encantaría es juntarme con otros artistas y ver qué pasa. En Locoplaya lo hacíamos y funcionaba.
P. ¿De qué habla en las nuevas canciones?
R. Cositas cotidianas. Me encantan las letras de amor.
P. Es un romántico.
R. De ahí lo del Don, soy un caballero.
P. ¿Qué le preocupa?
R. Que mi familia tenga salud. Y no perder el tiempo, valorarlo. Si toca disfrutar, hacerlo. No quiero mirar atrás en el futuro y arrepentirme.
P. Estará en el Sonorama este agosto. ¿No le da vértigo?
R. Que va, tengo más ganas que nunca. No quiero subirme a un escenario y que, por la cara, el público esté ahí. Quiero ganármelo. Y que digan: “Joder, menudo concierto”.
Don Patricio a étudié la communication audiovisuelle à l’Université de Salamanque. / DAVID RAW
P. ¿Cómo ve el panorama musical?
R. El reguetón fue un virus que nos salpicó a todos. Hoy, por contra, ya no está tan a la orden del día. Sigue mandando lo latino, pero con otros ritmos. La música está viva y, claro, es normal abordar otros géneros. Si no, te aburres. No hay que tener la cabeza cuadriculada.
P. ¿Diría que el autotune ya está mejor visto?
R. Antes no se entendía porque veníamos de un mundo más orgánico y, ahora, estamos en uno digital. Es un instrumento más. Si bien no lo utilizo a tope, me gusta el color que da al artista.
P. ¿Qué queda del Patricio de El Hierro?
R. He tenido que despertarle, estaba dormido. En pleno boom, no hacía otra cosa que probar, probar y probar en el estudio. Podía hacer hasta tres canciones diarias. Antes no. A lo mejor escribía una y le dedicaba dos semanas completas para terminarla. Quiero volver a sentir cada una como un hijo pequeño.