2025-03-08 21:23:00
Irlanda fue arrollada por Francia en un partido digno de un cuarto de final de los Mundiales por parte de los del trébol. Una delantera lenta y previsible sin ninguna alternativa de juego detrás y con un abuso de la patada que celebró el XV del gallo. Los visitantes fueron superiores en todos los ámbitos del juego, tanto en la presión defensiva como en el dinamismo ofensivo. Galthie, vilipendiado a menudo y con razón, preparó el partido mejor que un Easterby que no es Andy Farrell, y plasmó en el campo todo lo que había diseñado en la pizarra. El (25-42) final confirma que la delantera irlandesa ha envejecido mal y que Prendergast está verde aún para partidos de tanta jerarquía. El rugby abrasivo de los de la isla Esmeralda se topó con una Francia impetuosa y chispeante que tiene en estado de gracia a un jugador como Bielle-Biarrey. El Seis Naciones se teñirá de tricolor, pero no de naranja, verde y blanco. Será la tricolor francesa la que reine en lo más alto al final de la próxima jornada, toda vez que gane a Escocia.
Delantera oxidada
Francia salió con su efervescencia habitual ante una Irlanda oxidada y perezosa que sufrió con el dinamismo galo. Pese a ello, Irlanda tuvo la primera oportunidad de sumar en una jugada en la que Doris se impuso a Mauvaka. Pero la patada desde 40 metros de Prendergast no pasó entre palos. Francia estaba avisada, todo lo que ocurriese en el eje complicaba la existencia a los de Galthie, que llevaron el partido fuera de la distancia de la delantera verde, lo que provocaba que los locales llegasen a los puntos de contacto cuando la pelota ya había volado.
A los 14 minutos Penaud posó un ensayo tras recuperar un balón durante una fase defensiva en su 22, pero el TMO advirtió un avant previo de Dupont que anuló el posado visitante. A los 19 minutos Joe McCarthy dejó en inferioridad a los del trébol en una jugada de antijuego en la que tiró de la camiseta de Ramos para evitar que ayudara a Bielle-Biarrey. Un minuto después el propio Bielle-Biarrey posaba el primer ensayo del partido involucrándose en una jugada cerca del ruck en la que Antoine Dupont asistía al de Burdeos. Fue la última jugada desequilibrante del medio melé francés, que se marchó lesionado en el minuto 28 con una rodilla tocada. Maxime Lucu, el único tres cuartos del banquillo francés, entraba en la posición del genio del Stade Toulousain. Los diez últimos minutos del primer tiempo fueron muy movidos, con un intercambio de golpes que dejó el marcador en un (6-8) para Francia que premiaba el ímpetu y la iniciativa de los del gallo.
Tres minutos tardó Irlanda en demostrar a Francia que había cambiado su actitud en la salida tras el descanso. Una touch a cinco de la zona de ensayo visitante terminó con un maul que permitió a Sheehan posar un ensayo que Prendergast estiraba hasta el 13-8. No se amilanó Francia, que 90 segundos después respondió con una jugada de buenas manos que terminó posando Boudehent, con transformación de Ramos (13-15). Recuperaban los de Galthie la ventaja en el marcador en un encuentro demasiado abierto para los intereses locales. Y desde ese momento el partido solo tuvo un duelo, el XV del gallo.
Solo cuatro minutos después los galos recuperaron una pelota en el suelo en una jugada en la que Gibson-Park quedó desguarnecido y sin apoyo de su delantera. Los franceses llevaron la pelota a la otra orilla y allí apareció Bielle-Biarrey, que está en un nivel superlativo, para posar el tercer ensayo visitante y abrir brecha en el marcador (13-22). Easterby se enfrentaba a su desafío más serio ante una Francia con mucho ritmo y una idea clara, llevar la pelota lo más lejos posible de los agrupamientos. Antes de la hora llegaría otro golpe de Ramos y un ensayo de Jeglou que hacía buena la apuesta de Galthie por la ‘Bomb Squad’ francesa, dejando el marcador en (13-32). Un golpe más de Ramos y otro ensayo final de Penaud tras recuperación de su zaguero en su 22 y otra carrera de 70 metros convirtieron la derrota en tragedia. Conan y Healy, en una cuestión de justicia poética, maquillaron el (25-42) final.
Francia arrollaba a una Irlanda que había preparado una fiesta para despedir a Healy, O’Mahony y Murray y que estaba viviendo un funeral. Los del trébol, que han convertido su plan de juego en una apuesta unidimensional de su delantera, estaban siendo arrasados por los franceses, que se quedaron con el balón y propusieron juego en todos lados del campo. Irlanda deambulaba por el campo, ante su público, persiguiendo sombras. Y de paso perdía la posibilidad de enlazar su tercer título consecutivo en el torneo, algo que nadie había hecho. Y esta derrota severa era la mejor prueba de por qué nadie había conseguido hacerlo desde 1883.
Hablaba hace unos días Brian O’Driscoll de la arrogancia que se había instalado en el discurso de la afición irlandesa con las victorias en el Seis Naciones de su selección en los últimos años. Unas palabras que cobran especial significado ahora. Este sábado el chauvinismo francés pasó por la guillotina a la arrogancia irlandesa. Un resultado que ofrece muchas conclusiones para unos y para otros.
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