2024-05-20 23:09:35
Seis días, seis muertos, centenares de heridos y un estado de emergencia. Nueva Caledonia, archipiélago francés situado en la mitad del Pacífico sur, vive sus momentos más tensos después de que la Asamblea Nacional aprobase una ampliación del censo electoral, otorgando más derechos a los ciudadanos no nativos residentes.
Una reforma que no gusta a los kanak, indígenas locales, que creen que quedarán relegados en las elecciones, y ha provocado una situación insurreccional, obligando al presidente francés a convocar dos reuniones de crisis en menos de una semana. La primera, el pasado miércoles, de la que se aprobó un estado de emergencia en el archipiélago, y la segunda, este lunes, en la que el Elíseo ha anunciado el despliegue de militares suplementarios para proteger los espacios públicos.
A pesar del toque de queda y las medidas restrictivas, los saqueos y los enfrentamientos armados en el territorio no han cesado, obligando al gobierno a desplegar más de 1.500 policías y gendarmes en la zona para intentar restablecer el orden.
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Un conflicto que, lejos de quedarse en territorio francés, ha traspasado fronteras, salpicando a Azerbaiyán. El ministro del Interior francés, Gérald Darmanin, ha declarado públicamente que Azerbaiyán, junto con China y Rusia, están detrás del aumento de las tensiones en Nueva Caledonia. “No es una fantasía. Es una realidad”, declaró Darmanin en ‘France 2’, centrándose en la aparición de banderas azerbaiyanas en las últimas protestas independentistas y el apoyo público del Grupo de la Iniciativa de Bakú, que apoya los movimientos anticoloniales contra Francia. Por su lado, Azerbaiyán ha negado las acusaciones: “Rechazamos cualquier conexión entre los líderes de la lucha por la libertad en Caledonia y Azerbaiyán”, declaró el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Azerbaiyán.
La disputa entre el hexágono francés y Nueva Caledonia reabre viejas heridas y aumenta el temor a que se rompa la paz alcanzada en los años 80. “La historia se repite, y era previsible”, afirmó Jean-François Merle, uno de los negociadores del Acuerdo de Matignon en 1988. No es el único que lo cree, también los expertos afirman que son los peores disturbios desde los años 80 y remarcan el aspecto étnico del conflicto, que hasta ahora, con el acuerdo de paz, se creía ya superado.
Una reforma que pone en peligro la paz
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Este nuevo texto impulsado por el ministro del Interior y de Ultramar, Gérald Darmanin, y aprobado el pasado miércoles por la Asamblea Nacional de París, con 351 votos a favor y 153 en contra, pone en peligro esta calma. Una reforma que busca dar más protagonismo a los franceses no autóctonos que residen desde hace más de 10 años en el territorio. Hasta ahora solo pueden registrarse como votantes, aquellos que viven desde antes del 1998 y sus hijos.
Un cambio lógico y natural, pero no para los independentistas, quienes afirman que con esta nueva propuesta los nativos perderían peso en las elecciones, al ser una minoría creciente. En los últimos años, entre 2018 y 2021, Nueva Caledonia ha llevado a cabo tres referendos sobre la independencia, en los que ha ganado el “no” por mayoría, aunque el último fue boicoteado por los separatistas.
“Mi familia está teniendo problemas para encontrar comida, pero la solidaridad de la gente no deja de crecer”, explicó para EL PERIÓDICO un joven neocaledonio residente en París, que nos pide no dar sus datos por miedo a poner en riesgo a su familia. Tras seis días desde que empezaron los enfrentamientos y seis muertos, dos de ellos gendarmes, Nueva Caledonia se encuentra en su momento más tenso, ante la falta de productos básicos. Según el presidente de la Cámara de Comercio e Industria, David Guyenne, entre el 80 y el 90% de los comercios de alimentos han quedado “arrasados”.
Además, el gobierno de Nueva Caledonia calcula que unas 3.200 personas se encuentran atrapadas tras el cese de la actividad del principal aeropuerto de la capital. “No pueden entrar ni salir”, declaró el portavoz del Gobierno. Las mismas autoridades han señalado al grupo separatista CCAT de estar detrás de los disturbios, y una decena de personas ya han sido puestas bajo arresto domiciliario por incentivar a la violencia.
Por su lado, los independentistas declararon en un comunicado que los disturbios “son la expresión de los invisibles de la sociedad que sufre desigualdades y se encuentran marginados diariamente”.
Archipiélago colonizado por Francia en el siglo XIX
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Los enfrentamientos vividos en estos últimos días recuerdan a los que se vivieron en los años 80, al borde de “una guerra civil”, afirman los expertos. Una situación que consiguió alcanzar la paz gracias a los Acuerdos de Matignon en 1988, donde se reconocía oficialmente al pueblo kanak. Diez años después, el Acuerdo de Numea permitió al territorio vivir un proceso de descolonización, ofreciéndole un estatus especial con importantes competencias, a excepción de la militar, policial y judicial. Libertades que ahora, según los independentistas, están en peligro.
Según los últimos datos de INSEE, Nueva Caledonia cuenta con un 41% de ciudadanos autóctonos, también conocidos como ‘kanak’, y un 24% de ciudadanos europeos o ‘caldoche’. El resto proceden de otros territorios y comunidades. Con los años, el número de nativos ha ido disminuyendo y, por el contrario, tal y como se entiende con la actual ley electoral, la cifra de ciudadanos que no pueden votar en el territorio ha ido en aumento.
Ahora, con esta nueva reforma, según el Instituto de Estadísticas de Nueva Caledonia, unas 25.000 personas podrían inscribirse en la lista electoral, tras acreditar una década de residencia. No es la primera vez que se amplía. Ya en 1983, el pueblo kanak aceptó una ampliación del censo a habitantes de otras áreas del Pacífico, pero parece ser que esta vez, el cambio no convence a todos. De ahí que, la alcaldesa de Numea, Sonia Lagarde, haya pedido al presidente Emmanuel Macron retrasar dicha reforma para calmar las tensiones. “Sabía que iba a terminar estallando. No creo que me hayan escuchado, cuando veo todo esto, yo que soy alcaldesa desde hace diez años, que he trabajado duro para hacer de esta ciudad un lugar agradable para vivir, me siento desilusionada”, afirmó Lagarde en una entrevista para Le Monde.
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A la creciente ira de las últimas semanas, se añade el descontento social instaurado desde hace años en la zona, con el 26% de los jóvenes en paro y la crisis del níquel, principal fuente económica del territorio, que no deja de apretar. Mientras el archipiélago arde, a 17.000 kilómetros de allí, las dos cámaras parlamentarias francesas serán las responsables de validar -o no- en una sesión conjunta, la nueva ley electoral de Nueva Caledonia.
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