2024-11-17 11:34:00
La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, asistió esta semana a diversos actos que formaban parte de su agenda pública, pero no acudió a Emilia Romaña. A diferencia de otras campañas electorales, solo se limitó a mensajes por videollamada y alguna declaración hecha desde la distancia para los comicios del próximo domingo y lunes en la región (que celebra elecciones regionales junto con la pequeña Umbría). La explicación tal vez pueda hallarse en que una victoria de la derecha en este histórico bastión de la izquierda todavía es vista más como una quimera que como un desenlace realizable.
Un triunfo en Emilia Romaña serviría a Meloni para reivindicar que ha conquistado a la región rossa (roja) por excelencia de Italia, lo que consolidaría aún más su poder en el país. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y la fundación de la república en 1946, el Partido Comunista Italiano primero, y sus herederos políticos (hoy, el Partido Democrático) luego, han gobernado aquí de forma ininterrumpida, arraigando además un modelo de bienestar social que es considerado uno de los grandes éxitos de la izquierda en Italia.
Pero el desenlace favorable para Meloni no es lo que prevén sondeos y analistas. Lo que no sería una primera vez. Ya en las elecciones anteriores de 2020, Matteo Salvini, el líder de la Liga, intentó, sin éxito, conquistar una región que, además, suma 4,4 millones de habitantes, tiene el tercer PIB más alto del país (que se espera crezca un 1,1% en 2024) y, junto con Lombardía y Véneto, genera el 41% del PIB de Italia y representa el 53% de las exportaciones, según datos de Cgia Mestre.
Perfil bajo
Con ello, la estrategia del actual Gobierno italiano ha sido la de mantener un perfil bajo. Durante la semana, Meloni volvió a insistir en que los pronósticos tal vez no se cumplirían, como recientemente ocurrió en la región de Liguria. Y dijo que le parecía que el clima se había “calentado” porque “la izquierda teme perder su poder”, en una respuesta indirecta a recientes polémicas por vídeos en los que se oye a militantes del grupo de extrema derecha Casapound dar órdenes a la policía italiana durante una agitada manifestación en Bolonia, la capital de Emilia Romaña. Poco más.
De ahí también que, por el contrario, el centroizquierda ha apuntado a Emilia Romaña una vez más para reivindicar formas progresistas de gobernar en un momento difícil para la socialdemocracia en toda Europa, en el que la derecha ha avanzado en muchas áreas. “Estamos aquí para ganar”, dijo la actual líder del Partido Democrático, Elly Schlein, que sufriría un duro golpe en caso de derrota, ya que además en el pasado (2020-2022) fue vicepresidenta de la región y, para esta vuelta, ha dado luz verde a un candidato, Michele de Pascale, que es apoyado por su partido, el Movimiento 5 Estrellas y la Alianza de Verdes e Izquierda. Se enfrenta a Elena Ugolini, que goza del apoyo de los mismos tres partidos de derecha que sostienen el Gobierno nacional: Hermanos de Italia, Forza Italia y la Liga.
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Más disputada, en cambio, se adelanta la batalla electoral en Umbría (unos 800.000 habitantes) donde las dos principales candidatas son mujeres: Donatella Tesei, la actual gobernadora de la región, de la coalición de derecha, y la ingeniera Stefania Proietti, la hoy progresista alcaldesa de Asís. Allí, según los sondeos, el resultado final será particularmente reñido, dado que en los últimos comicios europeos el partido que triunfó ha sido Hermanos de Italia; esto, a pesar de algunos escándalos que han salpicado a Tesei, que además es una política de la Liga, partido que no está en su mejor momento.
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