2024-04-20 00:13:38
España es el tercer productor europeo de automóviles y el séptimo del mundo pese a no tener ningún grupo automovilístico propio. El sector aporta el 10% de PIB con una producción que ronda los dos millones de vehículos, de los que la mitad va a la exportación. Somos pues una potencia automovilística por la inversión de las grandes multinacionales del sector, que han encontrado un marco jurídico solvente, una mano de obra competente, unos salarios algo inferiores a los alemanes o los franceses y unos sindicatos que, sin abandonar sus lógicas reivindicaciones, han asumido que estamos en un mercado global y que los puestos de trabajo solo aumentan -o se mantienen- si las empresas son rentables. Un ejemplo de manual es la fábrica del grupo Volkswagen en Martorell y los acuerdos con el comité de empresa.
En Catalunya, la inversión histórica de Seat ha contribuido, desde hace muchos años, al desarrollo industrial. Pero en el 2022 el cierre de la fábrica de la japonesa Nissan en la Zona Franca fue un duro mazazo. Acarreaba la pérdida de miles de empleos y era una seria amenaza para el futuro industrial del país. Pero ahora, dos años después, llega una buena noticia que abre nuevas perspectivas de futuro. En la parte principal de los terrenos de la antigua Nissan, arrendados ya por EV Motors, que quiere fabricar sus vehículos eléctricos Ebro, se ubicará también una planta de ensamblaje de la empresa china Chery, de capital mayoritariamente público, que es el tercer productor de automóviles de ese país y el primer exportador.
Este acuerdo entre EV Motors y Chery hará posible, de entrada, la vuelta al trabajo de 600 de los 2.500 antiguos empleados de Nissan que quedaron en paro. Es positivo para el empleo en el sector industrial. Es cierto que Chery no fabricará vehículos, sino que solo ensamblará una producción que de momento oólo vendrá de China. La llegada de Chery no compensa pues la salida de Nissan. Pero China es el gran fabricante de coches eléctricos y Barcelona será la primera planta en Europa del tercer exportador de esa potencia. Es solo un punto de partida, pero es mucho más de lo que se temía cuando la marcha de la multinacional japonesa: un declive industrial difícil de parar. Y no ha sido así por el esfuerzo de los interlocutores sociales, patronales y sindicatos, y de las administraciones públicas.
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No hay milagros y ya el president Montilla fue a China, en el muy lejano 2010, para hablar con Chery -en el contexto de una grave crisis mundial- de la posibilidad que la empresa viniera a Catalunya. Pero ha sido el trabajo conjunto en los dos últimos años del conseller de Indústria de la Generalitat, Roger Torrent, y de los distintos ministros de España el que ha permitido el desembarco de Chery. La Generalitat y el Estado trabajando juntos indica un paso en la normalización política con buenas consecuencias económicas. Y el actual interés chino -y de otros inversores internacionales como un fondo estatal de los Emiratos- indican que España no está condenada a ser un país con un sector industrial en declive. Es lógico pues que el president Aragonés y el presidente Sánchez quieran estar en Barcelona para informar del marco en el que este importante acuerdo ha sido posible.
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