2024-06-24 11:13:16
Siempre puede haber sorpresas de última hora, como en 2019 cuando las divisiones políticas y los vetos cruzados obligaron a cambiar de nominados, pero a días del Consejo Europeo del 27 y 28 de junio que debe decidir a quién poner al frente de la nueva cúpula institucional de la UE, el trío de ases favorito para ocupar los tres altos cargos en juego sigue siendo, pese al enfado de Giorgia Meloni por quedar excluida de las negociaciones, el sorpasso esta semana de su grupo a los liberales de Emmanuel Macron en la Eurocámara o las exigencias maximalistas de los populares, el mismo: la conservadora alemana Ursula von der Leyen (PPE) para repetir como presidenta de la Comisión Europea, el socialista portugués Antonio Costa (S&D) para presidir el Consejo Europeo, y la liberal estonia Kaja Kallas (Renew) para liderar la diplomacia europea (además de la maltesa Roberta Metsola para el Parlamento Europeo).
Hay otros nombres que han circulado –desde el primer ministro en funciones belga, el liberal Alexander de Croo hasta la primera ministra danesa, la socialista danesa Mette Frederiksen, el primer ministro croata, el conservador Andrej Plenkovic o los ex primeros ministros italianos Mario Draghi y Enrico Letta— pero siguen sin ser alternativa a la triada Von der Leyen-Costa-Kallas que cumple escrupulosamente el equilibrio político, geográfico y de género necesario. “Espero que se acuerde al principio y que tengamos un Consejo Europeo lo más ordinario posible”, señala con esperanza un alto cargo europeo que confía en arrancar la reunión del jueves con el puzzle acordado y evitar una cumbre de infarto como hace cinco años.
Aunque hay prisa por cerrar la negociación, la reunión informal del pasado 17 de junio terminó sin acuerdo, tras una cena de tres horas precedida de reuniones entre las tres familias políticas de la “gran coalición” saliente en la Eurocámara. Al frente: Donald Tusk (Polonia) y Kyriakos Mitsotakis (Grecia) por el PPE, Olaf Scholz (Alemania) y Pedro Sánchez (España) por los socialdemócratas y Emmanuel Macron (Francia) y Mark Rutte (Holanda) por los liberales. Sus contactos, para medir fuerzas y acercar posturas, produjeron irritación y enfado entre quienes se tuvieron que conformar con un papel de secundarios, empezando por la italiana Meloni, con cara de pocos amigos durante toda la noche, y terminando por el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, que al término de la reunión bajó a la sala de prensa para pedir “transparencia” y “unidad”.
Consultas y contactos restringidos
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“La última vez se hicieron antes (las reuniones) o pedimos ‘breaks’ (pausas). Espero que aprendieran la lección porque la animosidad fue bastante grande. Aunque seas el negociador eso no te da un cheque para no respetar a otros”, advierten fuentes europeas aludiendo al enojo de algunos mandatarios por tener que esperar en sus despachos durante horas mientras los seis negociaban por su cuenta. “Ocurrió como siempre (…) Si los negociadores tienen que hablar hay que dar tiempo”, quitan hierro varias fuentes consultadas echando la culpa a la “coreografía” de la reunión diseñada por el equipo de Michel.
La posibilidad de sellar un preacuerdo el mismo lunes, en todo caso, se fue al traste por varios motivos. Era una cena informal, sin demasiada presión política por tomar una decisión. Tampoco ayudó la ambición del PPE por acaparar poder y relegar a socialdemócratas y liberales a meras comparsas, exigiendo además de la presidencia de la Comisión Europea y del Parlamento Europeo la mitad del mandato de cinco años del Consejo Europeo (que se elige por dos años y medio renovables), una línea roja para los socialistas. Ni facilitó la tarea las tensiones con Meloni, el checo Petr Fiala y el húngaro Viktor Orbán.
Meloni, ultrareforzada y enfadada
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Sus respectivos partidos, que se sientan en el grupo ECR y en los No Inscritos, han salido reforzados en las últimas elecciones europeas y quieren su parte del pastel, aunque según la estonia Kaja Kallas la italiana no pidió ningún ‘top job’ (como se conocen a los altos cargos en la jerga comunitaria) durante la discusión. El apoyo de Meloni no es necesario para confirmar a Von der Leyen, que necesita una mayoría cualificada en el Consejo y al menos 361 de los 720 eurodiputados de la Eurocámara. Un número factible dado que la “gran coalición” formada por PPE, S&D y los liberales de Renovar Europa suma mayoría. En la última semana, sin embargo, ha perdido fuelle tras la salida de los diputados del movimiento ANO, del ex primer ministro checo Andrej Babis, de los liberales relegando al grupo de Macron a cuarta fuerza (al pasar de 81 a 74 escaños) lo que deja la suma provisional en 398 escaños, un margen algo estrecho según algunas voces.
Tanto al norte como al sur son conscientes de que por mucho que les den los números tendrán que contentar a Roma. Y, la variable con la que apaciguar a Meloni, que lidera la tercera economía de la zona euro y con quien nunca ha rechazado pactar durante la campaña von der Leyen, será previsiblemente un puesto de relevancia en la próxima Comisión Europea. El viceprimer ministro de Italia y ministro de exteriores, Antonio Tajani, ha dicho alto y claro esta semana lo que quieren: “Queremos tener un vicepresidente de la Comisión Europea, un comisario fuerte y una buena política europea a favor de la industria y la agricultura, comprometida contra el cambio climático, pero no de una forma fundamentalista”, ha explicado en cadena LCI. La primera ministra italiana es “importante” y tiene que ser “parte del acuerdo”, reconocen los diplomáticos en Bruselas.
“Me parece surrealista, y lo dije en el Consejo Europeo, que cuando nos reunimos tras las elecciones, aunque fuera de forma informal algunos propusieran nombres para altos cargos sin reflexionar sobre cuál era la indicación de los ciudadanos”, advertía este pasado miércoles Meloni en una entrevista con ‘Il Giornale’. La señal, según la presidenta de Hermanos de Italia y líder del grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), es que el “epicentro de Europa” se ha desplazado a la “derecha” lo que debe conllevar “un cambio” en las dinámicas europeas.
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“La República Checa está en el centro de Europa y nuestra futura cartera debe reflejarlo”, coincide el primer ministro Fiala que junto con Meloni y Orban da por hecho el acuerdo en el Consejo Europeo. “El PPE en lugar de escuchar a los votantes, finalmente se asoció con los socialistas y los liberales: hoy (por el lunes pasado) llegaron a un acuerdo y se dividieron los principales puestos de la UE entre ellos. No les importa la realidad, no les importan los resultados de las elecciones europeas y no les importa la voluntad del pueblo europeo”, arremetió Viktor Orban.
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