2025-02-23 14:05:00
Un arco de 1.500 kilómetros desde la carretera M-01 Kiev-Bielorrusia a la altura de Chernihiv, en el norte, hasta la ciudad de Mykolaiv, en las cercanías del mar Negro, comprende el área de proximidad al frente de guerra en Ucrania. Tendría también esa forma, algo más al este, la zona de amortiguamiento entre Ucrania y Rusia, un corredor desmilitarizado en el que debería desplegarse la fuerza multinacional de interposición o de paz de la que se viene hablando en foros militares y diplomáticos desde antes de las pasadas navidades.
Se trata de un área de muy gran tamaño, una línea once veces más larga que los 120 kilómetros de la Blue Line que patrullan los cascos azules en el Líbano. Y si, para vigilar el mantenimiento de los acuerdos de alto el fuego entre ese país e Israel, la ONU mantiene allí a 10.500 soldados cascos azules de 46 países… el cálculo se multiplica para Ucrania.
Por eso, el pasado 27 de enero, el general austriaco Robert Brieger le calculaba al diario alemán Welt que para una misión de paz en el hoy todavía letalmente activo frente europeo sería necesaria “una presencia militar de cinco dígitos”.
Quien hace un cálculo de hasta 99.000 soldados fue jefe del Estado Mayor de la Defensa en Austria y ahora es el director del Comité Militar de la UE. Es el cuartel general del inexistente ejército europeo, condenado al permanente debate entre intereses de 27 estados, pero que acaba de coser una fuerza de intervención rápida de 5.000 soldados liderada por Polonia y Alemania para misiones de estabilización de crisis o de evacuación de europeos… siempre fuera de la Unión.
A pesar de la oposición -de momento total- del Kremlin a un despliegue occidental en Ucrania, Brieger considera en sus declaraciones “concebible” la presencia -”la contribución esencial”, ha dicho al Welt– de militares de ejércitos europeos en la interposición. Por ejemplo, junto a soldados de países del sur global y del Cáucaso.
El general austriaco prevé tres condiciones para que una fuerza de paz fuera viable sobre los rescoldos de la guerra de Ucrania: una, tener una misión ejecutiva; dos, un mandato sólido; y tres, contar con apoyo aéreo.
Mantener o imponer la paz
Un oficial de la Armada y analista que provee de informes a diversas instituciones de pensamiento estratégico de Defensa duda de que fuera a ser una misión bajo bandera de la ONU, y no porque vete la idea su secretario general, Antonio Guterres, que el pasado 22 se mostró partidario, sino “por el bloqueo que vive el Consejo de Seguridad”, con permanente capacidad de veto de la Federación Rusa.
Hoy es una línea roja para Vladimir Putin la negativa frontal a que soldados occidentales pisen suelo ucraniano, pero ya en España se ha barajado entre militares una previsión muy inicial, y nada oficial, según la cual, si participa, España tendría que aportar 4.000 efectivos.
La fuente mencionada estima que la fuerza multinacional de paz estaría constituida por infantería, y en ningún caso dotada de carros o artillería de campaña, que Rusia pudiera considerar amenaza. “Se trataría de mantener la paz, no de imponer la paz”, explica. O sea, la fuerza multinacional sería mecanizada, no acorazada, con blindados para el transporte de tropas, drones de vigilancia y helicópteros.
Un religieux orthodoxe, à la pelle à la main, observe de nouvelles tombes pour le combat tombé dans le cimetière militaire Dnipro (Ukraine) en mai 2022. / Miguel Gutiérrez EFE
Lo que describe esta fuente es una fuerza parecida a la de interposición en la ex Yugoslavia, en la que España se estrenó en misiones internacionales modernas. El resto de militares también ven más efectivo un modelo Balcanes que un modelo Líbano o, por decirlo con siglas, más UNPROFOR que UNIFIL.
También en España
Ningún militar consultado por este diario se sorprende por la pregunta sobre una posible fuerza para vigilar un alto el fuego en Ucrania. Aunque la cuestión les parece prematura -primero debe llegar un todavía improbable alto el fuego-, señalan que el caso se contempla en estados mayores europeos, principalmente en París y Londres, siempre condicionado por las necesidades de aceptación pública de cada gobierno, de Emmanuel Macron o de Keir Starmer … Y “no como un asunto OTAN”, matiza un coronel del Ejército.
En la conversación sobre una fuerza multinacional pesan los matices, ciertamente: no es lo mismo una fuerza de interposición entre dos bandos que una fuerza de inspección de la paz: varios escalones de proactividad militar separan uno y otro planteamientos
El asunto se considera también aquí, si bien la participación de países europeos, y más si son miembros de la OTAN, levanta dudas en Madrid, en órganos directivos de las Fuerzas Armadas. “Veo problemática la labor de esa fuerza: la posición tradicional de España es que una fuerza de interposición debería estar integrada por países no involucrados”, explica un alto oficial de Tierra, en la cúpula de asesores del Ministerio de Defensa.
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Deux soldats ukrainiens à côté des mines qui ont extrait à un moment de la région de Jarkiv. / Vyacheslav Madiyevskyy Europa Press
No obstante, las circunstancias que vive Europa son especiales, y se difuminan ahora las reglas del pasado: el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ya se dijo el 22 de enero, en Davos, abierto a una participación española en una fuerza multinacional, si bien “es pronto para responder”, le dijo a la cadena CNBC, y añadió: “España está siempre comprometida con la seguridad de nuestros aliados”.
Defensa a la europea
No descartan parte de los militares consultados por este diario la posibilidad de que la coordinación entre unidades europeas en una sola fuerza multinacional de paz en Ucrania podría servir de prueba de inicio para el pensado pero hasta ahora irrealizable ejército europeo.
“No servirá de embrión de nada”, discrepa un asesor castrense de Moncloa que lleva toda su vida asistiendo a las renuncias europeas a construir un ejército unido por el peso de las necesidades particulares de cada país. “No es igual pensar en el Báltico o Groenlandia que en el Sahel”, explica gráficamente.
Sí hay en Defensa quien no ve improbable que el trabajo de organizar en este continente una fuerza para la paz de Ucrania, en pleno debate europeo sobre su defensa, acabe siendo embrión de “algo mejor integrado” en Europa. Pero tiene riesgo. “Sería preferible algo menos complejo -repone el alto oficial de Madrid-. Si sale mal podría hacer mucho daño. Aunque, de salir bien, podría ser un espaldarazo importante a la defensa europea”.
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