2024-08-15 09:38:56
¿Por qué cuando vemos a un amigo bostezar bostezamos nosotros? O ¿Por qué cuando una persona se ríe a carcajadas a nuestro lado, normalmente, comenzamos a reírnos nosotros también? Un equipo internacional de investigadores, dirigido por científicos de la Universidad de Bolonia (Italia), ha estudiado los mecanismos neuronales que subyacen al comportamiento imitativo, un fenómeno que facilita la interacción y la cohesión social y permite a las personas relacionarse espontáneamente con los demás.
El estudio –publicado en ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’ (PNAS)– ha desvelado nuevos conocimientos sobre cómo el cerebro regula este comportamiento, abriendo nuevas perspectivas para aplicaciones clínicas y terapéuticas.
“Nuestros hallazgos abren nuevas vías para comprender cómo puede manipularse la plasticidad cerebral para aumentar o disminuir el comportamiento imitativo y hacer que las personas sean menos sensibles a las interferencias durante la realización de tareas”, explica Alessio Avenanti, profesor del Departamento de Psicología ‘Renzo Canestrari’ de la Universidad de Bolonia, que ha coordinado el estudio.
“Esto podría dar lugar a aplicaciones terapéuticas para mejorar el rendimiento cognitivo en pacientes con deficiencias neurológicas y trastornos de disfunción social”, ha expresado.
¿Qué es la imitación automática?
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El comportamiento imitativo subyace a muchas interacciones sociales complejas y puede influir en las relaciones interpersonales, así como en la dinámica de grupo. Además, la imitación automática puede tener consecuencias negativas y a menudo hay que controlarla: para parar un penalti, por ejemplo, un portero tiene que inhibir la imitación de los movimientos del delantero.
“La imitación automática es un comportamiento omnipresente en la vida cotidiana: pensemos en cuando vemos a alguien bostezar e inmediatamente sentimos el impulso de hacer lo mismo, o cuando notamos que nuestra forma de hablar o nuestras expresiones faciales se adaptan a las de un amigo con el que estamos hablando”, confirma Sonia Turrini, investigadora del Departamento de Psicología ‘Renzo Canestrari’ de la Universidad de Bolonia y primera autora del estudio.
“Entender los mecanismos que subyacen a este fenómeno puede, por tanto, aportar nuevas perspectivas sobre el comportamiento social, que es el contexto en el que se desarrolla la mayor parte de nuestra vida cotidiana”, ha añadido.
Una técnica avanzada de estimulación cerebral
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Se sabe que el sistema motor participa constantemente en la imitación automática de acciones, expresiones faciales y del habla, pero aún no se han aclarado las funciones precisas y potencialmente distintas de los diferentes circuitos cortico-corticales dentro del sistema motor.
Para arrojar luz sobre esta cuestión, los investigadores utilizaron una técnica avanzada de estimulación cerebral no invasiva denominada “estimulación asociativa cortico-cortical emparejada” (ccPAS), que el grupo de investigación del profesor Avenanti ayudó a desarrollar.
“Gracias a esta técnica de estimulación, fue posible apuntar a los mecanismos de plasticidad del conectoma cerebral, el mapa exhaustivo de las conexiones neuronales en el cerebro”, explica el profesor Avenanti. “Al potenciar o dificultar temporalmente la comunicación entre diferentes áreas del sistema motor, fue posible precisar el papel causal de los diferentes circuitos a la hora de facilitar o inhibir el fenómeno de la imitación automática”, ha añadido.
El experimento
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El estudio contó con 80 participantes sanos divididos en cuatro grupos, cada uno de los cuales fue sometido a un protocolo ccPAS diferente. Cada participante realizó dos tareas conductuales, antes y después del tratamiento ccPAS: una tarea de imitación voluntaria y otra de imitación automática.
El objetivo era comprobar si la manipulación de la conectividad entre áreas frontales –concretamente el área premotora ventral (PMv), el área motora suplementaria (SMA) y el córtex motor primario (M1)– influye en la imitación automática y voluntaria.
Los resultados mostraron que distintos circuitos del sistema motor sirven a funciones sociales distintas y disociables, y que la dirección de la estimulación y el área diana afectan de forma diferente a los circuitos neuronales implicados en la imitación.
“Hemos visto que potenciar la conectividad entre el área premotora ventral (PMv) y el córtex motor primario (M1) aumenta la tendencia a imitar automáticamente el comportamiento de los demás, mientras que debilitarla tiene el efecto contrario”, afirma Sonia Turrini.
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“Por el contrario, la corteza motora suplementaria (SMA) parece tener un papel de control cognitivo sobre el sistema motor: potenciar su conectividad con la corteza motora primaria (M1) induce de hecho una mayor capacidad para evitar la imitación cuando es inadecuada para el contexto”, ha finalizado.
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