2025-02-26 08:30:00
Corren tiempos de nerviosismo en las oficinas del Manchester United. No solo por el errático rumbo del equipo del portugués Rubén Amorim, hundido en el decimoquinto puesto de la Premier.
Hace un año, la entrada como accionista minoritario del multimillonario Jim Ratcliffe conllevó un adelgazamiento estructural que implicó el despido de 250 empleados. Parecía que la guadaña no volvería. Y resulta que este lunes, el CEO de la entidad, Omar Berrada, avisó que se avecinaban 200 finiquitos más. Un tercio de la plantilla, fuera.
Un signe avec le président d’Ineos et l’actionnaire de Manchester United, Jim Ratcliffe, près d’Old Trafford. / ADAM VAUGHAN / EFE
La salida de tanto personal ha generado un comprensible desasosiego en los pasillos de Old Trafford y de Carrington, base de entrenamiento del primer equipo. Los recortes alcanzan también a los servicios de cátering para los empleados del United, que hasta ahora disponían de almuerzo gratuito. Solo lo tendrán los jugadores. Los demás, solo una fruta sin coste en Old Trafford; pan y sopa en Carrington. Una medida para ahorrar un millón de libras al año.
Evitar pérdidas
Berrada desveló que el club ha trazado “un plan de transformación después de cinco años consecutivos de pérdidas desde 2019”. Y añadió: “Nuestras dos principales prioridades como club son lograr el éxito en el campo para nuestros aficionados y mejorar nuestras instalaciones. No podemos invertir en estos objetivos si estamos perdiendo dinero continuamente”.
Los recortes afectarán severamente al cuadro de ojeadores. De los 90 que emplea el United, 30 son a tiempo completo en todo el mundo y unos 50 a tiempo parcial, según The Guardian. Un número que se reducirá de forma sustancial y que, según temen algunas voces del entorno de Old Trafford, pueda afectar a la capacidad de captar jóvenes talentos, algo en que el United se precia de hacer históricamente bien. En este sentido, la academia ‘red’ ha proporcionado al menos un jugador local para el primer equipo en cada partido desde 1937.
Ilusión inicial con Ratcliffe
Ratcliffe fue recibido por la parroquia mancuniana con entusiasmo cuando se hizo con casi un tercio de las acciones del club. Un fan de toda la vida del United que resultaba ser una de las personas más ricas del Reino Unido y que apartaba de la escena a la denostada familia Glazer… Parecía haber tocado la lotería de Navidad en el teatro de los sueños.

Les joueurs United Dalot et Joshua Zirkzee, découragés. / Paul Childs / REUTERS
Sin embargo, la realidad ha sido otra. No puso la chequera para traer alguna gran estrella del panorama europeo, como muchos imaginaron. Enseguida formó una cúpula directiva (Berrada fue fichado del Manchester City) para aplicar tijeretazos. Se despidieron a entrenadores y exjugadores de la casa, se redujeron algunos honorarios, se eliminaron descuentos para jubilados y niños en Old Trafford e incluso aumentaron las tarifas de párking para los seguidores discapacitados.
Ratcliffe asumió el control de las operaciones futbolísticas, pero su inversión en el club se centró en infraestructuras. Aun así, en la parte deportiva tampoco se pudieron quejar. En el último año se acometieron fichajes por un valor total de 250 millones. Leny Yoro, Manuel Ugarte, Matthijs de Ligt, Joshua Zirkzee y Noussair Mazraoui llegaron, pero no elevaron las prestaciones del equipo. Al contrario. “Es posiblemente el peor United de la historia”, llegó a decir Amorim tras otra derrota.

Ruben Amorim, entraîneur de Manchester United. / DPA vía Europa Press / DPA vía Europa Press
Lo peor es que Ratcliffe parece haber comunicado que no se realizarán más fichajes a no ser que haya ventas de jugadores. En este apartado el United no ha sido muy bueno. Mal vendedor, de los peores de la Premier en la última década. Y como comprador ha sido una calamidad. Desde 2013, con la marcha del tándem Alex Ferguson y David Gill, el United ha gastado 2.100 millones de libras (unos 2600 millones de euros) en jugadores sin un mínimo reflejo en las vitrinas de trofeos.
En la vertiente deportiva ya ha dado Ratcliffe sus bandazos. Fichó del Newcastle a un director deportivo que despidió a los cinco meses. Echó al holandés Ten Hag y pagó unos 11 millones al Sporting de Portugal para importar a Amorim, que no ha arreglado nada y que se ha responsabilizado parcialmente de los despidos, siendo como es el primer equipo el motor de la institución. Hay zozobra en el campo y miedo en las oficinas. Es el teatro de las pesadillas.
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