2025-02-07 14:12:00
En el cielo de Amaral no hay regla mayor que la libertad. Es la Biblia sobre la que han cimentado unas canciones que, con la esperanza de una oración, llenas de luz, hablan de nosotros. Han ganado la batalla al tiempo, convirtiéndolas en el espejo donde cualquiera pueda verse reflejado. Si por algo han perdurado Cómo hablar, Moriría por vos, Kamikaze, Hacia lo salvaje y El universo sobre mí es, precisamente, por darnos la voz que en ocasiones nos han arrebatado. En el amor, en la política, en la vida. Pues, ojo, qué tontos, no hay mayor motor que defender aquello nos hace únicos. Y en Dolce vita, su noveno álbum, el más reivindicativo, Eva y Juan ponen el foco en quienes abrazan su fragilidad. No hay mayor revolución que vivir sin ataduras. Y ellos lo saben.
“Es inevitable sentirse vulnerable. En Rompehielos, por ejemplo, nos proponemos hacernos fuertes, ir contra viento y marea. Pero, a veces, es complicado. Entonces, no queda otra que aceptarte para no entrar en pánico”, sostiene Eva. Una emoción que salpica un cancionero que, aunque heredero de Salto al color, el anterior, se adentra en nuevos sonidos. Algo dificilísimo para quienes llevan 27 inviernos alumbrando canciones. Quizá, por ello, han tardado seis años en escribirlo. Siempre en libertad.
En su paraíso ya no hay demonios, sino oportunidades de ser. “Lo concebimos como un lugar donde empezar de cero, donde la felicidad y el dolor se manejan bien. Poco a poco, el álbum se vuelve más terrenal. Y, de pronto, descubres que la existencia también tiene naturaleza cruel. No todo es belleza, así que hay que aprender a lidiar con las dos caras de una moneda”, continúa Eva, quien suele encontrar estímulos en la música. La que escucha y la que compone. Sólo ella le endulza los momentos de soledad. De hecho, ésta no para de darle satisfacciones: el dúo cuenta con 30 premios, entre ellos el Ondas, el MTV y el Rolling Stone. En total, han despachado cuatro millones de copias, lo que les sitúa como un grupo clave en la historia de España.
Tanto es así que siguen enamorando a nuevos públicos. Cada vez más jóvenes. “Cuando empezamos nos dimos cuenta de que venía mucha gente diversa a nuestros conciertos. Y la cosa se ha mantenido. Un error que suelen cometer los adultos es hablar de las nuevas generaciones como una masa homogénea. Los seres humanos de 20, 30 o 40 años son muy diferentes entre sí. No se puede categorizar. Nos conectan con otras cosas”, relata Juan. La semana pasada pudieron comprobarlo en el Benidorm Fest, donde conectaron con otros públicos.
P. En No lo entiendo dicen: “Por más que yo lo intente, aún no comprendo las leyes de este mundo. ¿Por qué estamos tan ciegos?”. ¿Qué les inquieta?
J. El machaque al ecosistema. Tenemos una relación problemática con el medio natural, lo que tiene otros efectos a su vez. Eso lleva a cuestionarte cómo hacemos las cosas en el planeta. El incendio de Los Ángeles y la dana de Valencia no fueron normales. Y pueden volver a suceder. No somos biólogos, pero nos gustaría tener dos vidas para investigarlo. Como ciudadanos que vivimos en una latitud concreta, nos interesa.
E. Últimamente, me preocupa la desproporción en la que vivimos. No hay mesura, todo es a lo bestia: las respuestas, el consumo, los insultos… Igual que las alabanzas, ¿eh? Tenemos que relajarnos.
P. ¿El arte debe incomodar?
E. No tiene por qué. Aunque, a veces, sí. El artista debe ser libre, retratar la realidad que quiera. Y algunos son incómodas a ojos de mucha gente. Es esencial que cada uno refleje lo que desee. La fotografía de un tiempo no se toma con una sola obra, tiene que haber de todo.
J. Ahí estás, por ejemplo, es una declaración de amor. “Ya era hora de decirte que, si te pierdes, yo te iré a buscar”, recoge la letra. Ahora bien, como en las películas, cuando dos personas se abrazan, lo hacen en un contexto determinado. Por lo que es imposible que se cuele una visión del mundo.
Los 15 cortes que conforman Dolce vita respiran la paz que sólo la libertad da. Otra vez, sí. Y las que hagan falta. Porque este álbum no podría haber existido de otro modo. Se intuye en Eso que te vuela la cabeza, Viernes santo, Podría haber sido yo, La suerte, Pájaros… y, en especial, Libre: “Todos nacemos así, pero desprotegidos. Eso es lo que conlleva, estás a la merced de las tempestades”, concluye Eva. Un último apunte de Juan: “Hay que vivir. Carpe diem. Lo importante es con qué cosas llenas tu vida. La búsqueda del equilibrio, la paz y la calma nos define. Es el privilegio de estar aquí”.
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