2024-08-12 09:02:00
El gran día de la lluvia de estrellas de las Perseidas se aproxima. Este fenómeno empezó a dejarse ver desde mediados de julio pero será el próximo 12 de agosto cuando este espectáculo llegará a su día de máxima actividad. Pero antes de salir a disfrutar de una de las noches más mágicas del año, aquí van algunas pistas para entender qué son, por qué se producen, cuánto duran, por qué se llaman así y algunas recomendaciones para aficionados.
Las Perseidas son una de las cuatro principales lluvias de estrellas que acontecen durante el año. Después de las Cuadrántidas de diciembre, las Líridas de abril y las Acuáridas de julio, las Perseidas se convierten en las protagonistas de todos los calendarios astronómicos. Se trata de uno de los fenómenos astronómicos más espectaculares en los que se pueden observar hasta 200 meteoros por hora cruzando el cielo del verano.
Sin embargo, según apuntan los expertos, las Perseidas no son ni la más espectacular ni la más vistosa lluvia de estrellas. Las Cuadrántidas y las Gemínidas, de enero y diciembre, superarían a su homóloga del verano en número de meteoros por hora. Paralelamente, las Leónidas, aunque más irregulares, también pueden resultar tan espectaculares como las Perseidas.
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¿Entonces por qué son tan especiales? A diferencia de las otras lluvias de meteoros, las Perseidas destacan por brillar en el cielo de verano. Una estación en la que normalmente las condiciones atmosféricas son favorables a la observación astronómica y, por norma general, en un momento en el que la gente dispone de más tiempo libre para mirar las estrellas. De ahí la emoción por la llegada de las lágrimas de San Lorenzo.
Las lluvias de estrellas, conocidas popularmente como estrellas fugaces, se producen como consecuencia de la entrada de cuerpos celestes en la atmosfera terrestre. En el caso concreto de las Perseidas, este fenómeno astronómico tiene su origen en los fragmentos del cometa 109P/Swift-Tuttle que, en un determinado momento de su órbita, entran en contacto con la atmósfera terrestre. Un impacto que, visto desde la superficie, genera los característicos destellos de luz de las lágrimas de San Lorenzo.
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Hablar de lluvia de estrellas, por lo tanto, es un error. O mejor dicho, una licencia poética atribuida a la aparente ilusión óptica de que los pequeños centelleos de luz que aparecen en el cielo corresponden a un astro. Las estrellas no “caen”. Y menos en dirección a la Tierra. Así que, por más lluvia de estrellas que se le llame, las Perseidas no dejan de ser un espectacular chapuzón de fragmentos de polvo y roca que se desintegran en la atmosfera terrestre.
El pico de este fenómeno tendrá lugar la noche del 12 al 13 de agosto, cuando se podrán observar entre 80 y 200 estrellas fugaces por hora. Antes y después de esta fecha, siempre teniendo en cuenta el abanico temporal previsto por los astrónomos, también será posible observar la lluvia de meteoros, aunque con menos intensidad.
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Las estrellas fugaces, aunque de forma muy esporádica, pueden verse prácticamente todos los días que dura el fenómeno. Eso sí, si conseguir verlas es cuestión de suerte. De ahí la “tradición popular” de pedir un deseo cuando se logra entrever alguna. En el caso de las lágrimas de San Lorenzo, se prevé que durante una sola noche puedan avistarse muchas más de lo habitual. De ahí el fenómeno de “lluvia de estrellas”.
Una estrella fugaz puede verse como un destellito de luz en el cielo. Una chispa que apenas dura una fracción de segundos. Una realidad que, por lo tanto, queda muy lejos de la tradicional imagen de la estrella fugaz del Belén, una representación demasiado vistosa del fenómeno que para nada se refleja en la realidad.
Este fenómeno astronómico es conocido con hasta tres nombres. Lluvia de estrellas (denominación genérica del fenómeno), lágrimas de San Lorenzo (nombre adoptado en los países de tradición católica) y Perseidas.
El término de “lágrimas de San Lorenzo” tiene que ver con el mártir español cuya muerte se conmemora el día 10 de agosto. Dado que esta lluvia de estrellas ocurre durante estas fechas, los mediterráneos acuñaron el término en honor al santo. Según apuntan algunos, este paralelismo con la tradición cristiana buscaría evocar las lágrimas que el mártir vertió al ser quemado vivo en una parrilla (hoguera). De ahí la poética asociación entre las estrellas fugaces y el llanto del diácono.
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El nombre de Perseidas proviene de la ciencia. Es decir, del estudio del origen de este fenómeno. En el siglo XIX, el astrónomo francés Adolphe Quetelet y el italiano Giovanni Virginio Schiaparelli trazaron la relación entre este evento astronómico y la constelación de Perseo. Mientras que Quetelet fue el primero en identificar que la lluvia de estrellas parecía provenir de ese punto del mapa celeste (1835), Schiaparelli consiguió establecer la relación entre el fenómeno y el cometa Swift-Tuttle (1862).
La denominación de Perseidas, por lo tanto, nace de la constelación de Perseo. Este conjunto o agrupación de estrellas a su vez toma nombre del personaje mitológico Perseo, hijo de Zeus y Dánae. En la tradición griega clásica, la leyenda de este héroe está marcada por el enfrentamiento con Medusa, cuya cabeza consiguió cortar, y la liberación de Andrómeda, con quien se acabó casando.
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Las Perseidas, como cualquier otra lluvia de estrellas, pueden observarse desde cualquier punto del globo. Sin embargo, dependiendo de dónde nos situemos tendremos más o menos posibilidades de disfrutar del fenómeno en todo su esplendor. Dado que las lágrimas de San Lorenzo se presentan como pequeños destellos de luz, para poder distinguirlos del cielo estrellado hará falta encontrar un lugar lo suficientemente oscuro (con poca contaminación lumínica) y con el suficiente campo de visión (desde donde podamos tener una amplia vista del horizonte). A partir de ahí hará falta paciencia, ya que no existe una franja horaria óptima para observar el fenómeno.
Si bien es cierto que cualquier lugar puede ser bueno para disfrutar de las Perseidas, para aquellos que quieran vivir el fenómeno en todo su esplendor lo más aconsejable es acudir directamente a un observatorio astronómico. En estos lugares, que ya de por sí cuentan con una visibilidad óptima del cielo, durante los días de la lluvia de estrellas se organizan charlas, talleres y otras actividades para observar las lágrimas de San Lorenzo.
Para los amantes de la naturaleza, las reservas naturales también se posicionan como un buen lugar para disfrutar de las Perseidas. Al destacar como sitios apartados de las grandes metrópolis, la ausencia de contaminación lumínica está asegurada. Además, en muchos casos estos parajes naturales cuentan ya de por si con vistas espectaculares. Por lo que las lágrimas de San Lorenzo tan solo conseguirían coronar el territorio.
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Desde el Observatorio Astronómico La Sagra (Granada) se aconseja que, para aquellos que tienen previsto pasar la noche al aire libre observando estrellas, lo ideal es acudir con “una silla-tumbona reclinable que facilite poder tener una posición cómoda durante toda la noche” y “algo de ropa de abrigo”. Una recomendación compartida por los astrónomos del Observatorio Astronómico de Cantabria, quienes recuerdan que “aunque sea verano”, los observatorios suelen situarse a altitudes elevadas, por lo que en cuanto oscurece desciende mucho la temperatura.
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