2025-01-24 17:41:00
La muerte ronda por el Catatumbo, la región colombiana ubicada en el noreste del departamento de Santander y parte al suroeste del departamento del Cesar. Unas 80 personas ha perdido la vida en medio de los enfrentamientos entre el Ejército de Liberación Nacional (ELN), grupos disidentes de las FARC que no abandonaron las armas en 2016 y otras facciones criminales. Se contabilizan unos 32.000 desplazados. Parte de ellos han atravesado la selva y han cruzado a Venezuela. El anhelo de la “paz total” con el que Gustavo Petro llegó a la presidencia en 2022 se hace trizas y arrastra al primer Gobierno de izquierdas de ese país. “Un fracaso de la nación“, dijo un Petro abrumado, antes de decretar el estado de conmoción interior en los municipios de Catacumbo y la zona metropolitana de Cúcuta por 90 días. Se trata de medidas de excepción que se adoptan para restablecer el orden en los municipios afectados e impedir, en este caso, que continúen los desplazamientos forzados masivos.
[–>[–>[–>[–>Las balas van y vienen. Atraviesan el aire de esas poblaciones ubicadas 768 kilómetros al norte de Bogotá. “Estamos bajo el fuego y es muy duro. Esto es lo peor que le puede pasar a un ser humano. Aquí se escucha el plomo, se escuchan las bombas, hay fallecidos, se han llevado menores de edad, han reclutado gente”, dijo este viernes Gloria, una pobladora, a Radio Caracol.
[–>El desastre se veía venir desde que se fueron a pique las negociaciones entre el Gobierno y el ELN. A mediados de enero se desencadenaron los enfrentamientos entre esa guerrilla formada a mediados de los años 60y las remanencias de las FARC por el control territorial y los negocios ilícitos a lo largo de la frontera: el grupo que la controla maneja el acceso a una indulgente Venezuela. “Lo que ha cometido el ELN en el Catatumbo son crímenes de guerra. Se suspende el proceso de diálogo con este grupo, el ELN no tiene ninguna voluntad de paz”, dijo el presidente, un exguerrillero del M-19 que retornó a la vida civil hace décadas y es testigo del hundimiento de su proyecto más preciado. Petro había elegido al municipio fronterizo de Tibú para emprender las conversaciones con las llamadas disidencias. Por el momento no hay nada que hacer allí.
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Historial de dolor
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El Catacumbo fue tiempo atrás la primera zona petrolera de Colombia. Su historial de sangre derramada es profuso. El ELN se instaló en los 70 cuando todavía creía en la fusión del marxismo y la teología de la liberación. También lo hicieron las FARC y el maoísta Ejército Popular de Liberación (EPL), disuelto hace décadas. La trama incluyó luego a los paramilitares de extrema derecha. Los acuerdos de paz de 2016 trajeron una relativa calma y un pacto de no agresión entre los grupos armados que operan en bosques.
[–>[–>[–>[–>El cese del fuego no supuso el abandono de las actividades ilegales. En la actualidad Catacumbo se quema en medio de una disputa de todos contra todos los que aún permanecen como patrullas perdidas de la historia. Pelean frente a la estupefacción de las poblaciones. ELN contra ex-FARC. Exinsurgentes de esa guerrilla junto con el ELN frente a los narcotraficantes del Clan del Golfo. La intensificación de los combates es indiferente a los problemas globales e incluso a un Donald Trump que acaba de equiparar al narcotráfico con el terrorismo. Las facciones quieren dominar la zona de mayor concentración de cultivos de hoja de coca en el mundo. Un reciente informe de las Naciones Unidas de 2024 calcula que el Catatumbo contaba en 2023 con aproximadamente 54.000 hectáreas de hoja de coca. No solo se expande la hoja. Un informe reservado de inteligencia militar dado a conocer por el diario bogotano ‘El Tiempo’ da cuenta de que a pesar de los esfuerzos de Petro por hacer callar a los fusiles la cantidad de personas armadas ha pasado de 18.334, en 2023, a 21.201, el pasado año. Solo el ELN tendría según ese informe 6.300 integrantes.
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A la deriva
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De acuerdo con el portal ‘La silla vacía’, se experimentan niveles de tensión inéditos en los últimos años. Esto “puede tener un efecto dominó que lleve al fracaso definitivo de la paz total y a una nueva ola de violencia en todo el país”. Elizabeth Dickinson, investigadora de International Crisis Group, que le hace seguimiento al conflicto colombiano, advirtió al portal: la ofensiva del ELN “puede ser la chispa que enciende muchas guerras pendientes para todo el país”. Lo más grave es que a estas alturas Petro no tiene un “Plan B”.
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El factor venezolano
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La crisis humanitaria en el Catacumbo tiene lugar en el momento de mayor rispidez entre Petro y Nicolás Maduro. El Gobierno colombiano no ha reconocido la victoria electoral y carga junto con Luiz Inacio Lula da Silva el peso del fracaso de los intentos de encontrar una solución negociada al conflicto interno venezolano entre el madurismo y una oposición que no ha reconocido el resultado de las urnas.
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“A Colombia la amamos y la respetamos por su lucha con la paz. Lo sabe Petro y lo sabe la sociedad colombiana”, dijo Maduro el pasado jueves. “Siempre tendrán nuestro apoyo integral para construir una región de paz y unión”, dijo. El ministro del Interior y Justicia, Diosdado Cabello Rondón, recibió personalmente a las familias colombianas que huyeron a Venezuela y reafirmó la disposición de ayudarlas. Venezuela es garante de los diálogos del Gobierno con el ELN, y algo más. El crecimiento de esa guerrilla no es ajeno a la “diplomacia paralela” que ejerce de facto con los venezolanos, proclives a mirar hacia otro lado cuando se reagrupan en su propio territorio. Algunos analistas sostienen que, a estas alturas, el ELN es un actor “binacional”. De allí su empeño de controlar una frontera común. “Todas las guerras, las confrontaciones y los conflictos armados tienen una historia de sus orígenes, con sus causas y razones, así como también dejan una impronta hacia el futuro”, sostuvo Antonio García, el líder del ELN, desde Caracas, donde suele residir. Arrecian en Bogotá las peticiones a Petro para que la justicia de Colombia solicite a Venezuela su extradición.
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