2024-04-12 01:01:10
Tiene narices que los que más hemos dudado de este Barça, de su reiterada y decepcionante manera de jugar, de ganar, de su renuncia a las tablas de la ley del cruyffismo (de ahí, quién sabe, la crítica y el bofetón de Luis Enrique a Xavi Hernández), sin reconocimiento público por parte de sus responsables técnicos de que se juega a otra cosa, seamos los más convencidos de que este Barça, el de París, eliminará, sin duda, al altivo y milmillonario PSG.
El partido de París sí es para nosotros, los no creyentes, para los no entregados ciegamente a la causa (desesperada) de Joan Laporta y Xavi Hernández, que temen un 0 de 4, un punto de partida, de arranque, de demostración, de inflexión, de clic (tras la repentina remontada de 0-1 a 2-1 en minutos, el ‘otro’ Barça se hubiese desenganchado, bajado los brazos y, tal vez, encajado otra goleada de escándalo al ‘estilo Champions’), de que el equipo sí está para, como poco, alcanzar las semifinales de la Champions. Luego, ya veremos.
Me resulta ciertamente increíble, esperpéntico, inexplicable y muy demostrativo de cómo está viviendo el propio Xavi Hernández este final de su cortísimo ciclo, que el técnico muestre, tras la exhibición parisina de su equipo, demasiadas dudas, muchas dudas, clarísimas dudas, temibles dudas de que, en Montjuïc, el martes, puede pasar de todo.
Y no me digan que es prudente, que no quiere euforias, no, no, les hablo de que cualquier otro técnico, sin volverse loco, hubiese mostrado su convencimiento absoluto, total, sin paliativos, de que el equipo había vuelto, había provocado el clic esperado, soñado, necesario para ganar alguno de los dos títulos que restan y no acabar el año, la temporada, el ciclo, su proyecto con 0 de 4.
“¡Ojalá hayamos enterrado los fantasmas de este equipo en la Champions!”, dijo cuando le hablaron de ese salto. No dijo, ya está: problema resuelto. No, dudó. Es más, cuando le preguntan si su equipo ha llegado a la madurez de juego y mentalidad que él busca y desea, duda más que nunca: “Puede ser que sí, pero….pero eso ya lo dije el día del Betis y el día del Amberes y después nos caímos (habló de ‘devallada’), por tanto hemos de seguir, hay que volver a demostrarlo, el sábado, en Cádiz y, el martes, en casa, donde será una prueba de fuego”.
“Yo ya dije y creí que este equipo había alcanzado su madurez en juego y mentalidad tras los partidos ante el Betis y el Amberes y, a continuación, nos caímos, sufrimos una ‘devallada'”
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Repito, Xavi no es prudente o no solo es prudente, duda sobre el comportamiento de su equipo, sobre su continuidad, sobre la posibilidad de que vuelva a decepcionarle, a él, no a nosotros. ¿Por qué?, porque él ya ha visto brotes verdes demasiadas veces en esta temporada tan irregular y está harto de que su equipo no enlace tres partidos buenos, buenos, en ‘modo Barça’, en esta campaña.
Y tiene razón, demasiada razón, toda la razón del mundo. Por eso duda, cierto, con la intención de evitar la euforia pero, insisto, con el recuerdo, la experiencia y el conocimiento de aquel que disfrutó con el 2-4 ante el Betis y, luego, perdió (4-1) en Copa en San Mamés y 3-5 ante un discreto Villarreal. O cuando goleó (5-0) al Amberes y, a continuación, ganó (3-2) de forma ramplona (para muchos, incluso injusta) al Celta y empató 2-2 en un pésimo partido en Palma de Mallorca.
He escuchado dos veces la conferencia de prensa de París tras el espectacular 2-3 ante un chulesco PSG y un atolondrado Luis Enrique (como dice uno de sus críticos franceses “Luis Enrique es un Kinder Sorpresa, en cada partido abre un huevo y nunca sabe qué alineación saldrá de ahí y cómo jugará”) y no es que el técnico de Terrassa vaya con el freno de mano puesto, que va, es que no se atreve a decir, a asegurar, que en Montjuïc veremos una prolongación, una continuación, una versión 2.0 mejorada de este espectacular Barça.
Repito, no solo no lo dice por prudencia, no lo dice porque él ya ha visto esta película varias veces este año y, casi nunca, le gustó la segunda parte, la continuación, el día después. Vale, es la Champions, se están jugando la temporada, el equipo ha crecido, lo de ese chico llamado Cubarsí es un escándalo de dimensiones desproporcionadas, mundiales, estratosféricas, lo de Lamine Yamal, más de más, el crecimiento de Koundé, la resurrección de Lewandowski, la aparición de Christensen, la regularidad de Gundogan, la reaparición de Pedri y De Jong, que sí, que sí, pero, por favor, vuélvanlo a hacer, lo necesito, me lo merezco.
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Eso, lo dijo, ¡ojalá hayamos enterrado los fantasmas de la Champions! Da la sensación de que en la cabeza de Xavi, el más culé de todos los culés, siguen habiendo un cajoncito reservado para esas sorpresas, desengaños, decepciones.
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