2024-03-25 11:22:00
Las tormentas solares o geomagnéticas son fenómenos tan peculiares como asombrosos. Estos episodios, posteriores a la aparición de manchas solares, se originan por una mayor emisión de viento solar o por las eyecciones de ‘masa coronal’, nubes de plasma solar causadas por las llamaradas más grandes que despide el astro.
[–>Aunque las llamaradas solares pueden ocurrir varias veces a lo largo de un mismo día, sus efectos apenas se notan en nuestro planeta. No obstante, si estas expulsiones gigantes del Sol son lo suficiente intensas, pueden producir alteraciones en la magnetosfera de la Tierra, lo cual puede dar lugar a interferencias en la comunicación mediante ondas de radio, sistemas de GPS y otros equipos.
¿Corremos peligro?
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La energía desprendida por el Sol durante las tormentas geomagnéticas es equiparable a la de millones de bombas de hidrógeno explotando al mismo tiempo. Sin embargo, lejos de la creencia popular que existe alrededor de estos fenómenos, no son una amenaza para la vida en la Tierra.
Otra cosa es que no puedan tener graves consecuencias en otros aspectos de nuestra vida cotidiana, puesto que son capaces de interferir en el funcionamiento habitual de la tecnología que se usa en el día a día de nuestro planeta. Cuando las tormentas solares llegan con la suficiente fuerza, pueden provocar interferencias en las radiocomunicaciones de onda corta y en los sistemas de GPS.
Cabe desatacar que los efectos son distintos en el espacio, donde estos fenómenos, catalogados como los más violentos del Sistema Solar, pueden dañar la salud de los astronautas y estropear la electrónica de satélites y otros aparatos en órbita.
Evento Carrington
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La tormenta solar más conocida tuvo lugar entre el 1 y el 2 de septiembre de 1859 y fue bautizada con el nombre ‘Evento Carrington’ por el astrónomo Richard Carrington, testigo del episodio y primero en comprender la naturaleza del mismo. Durante la fase precursora y sucesiva al impulso de las tormentas solares, se emiten grandes cantidades de rayos X, que tardan entre horas y días en llegar a nuestro planeta. Esta energía da lugar a auroras que, en casos como el de 1859, son apreciables mucho más allá de la zona de los polos. Sin ir más lejos, durante el Evento Carrington pudieron observarse incluso desde Colombia, país muy próximo al ecuador terrestre.
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Sin embargo, hubo otras consecuencias además del espectáculo visual que originó esta tormenta. Las primeras líneas de telégrafo y las redes eléctricas se sobrecargaron, dando lugar a algunos incendios. Más allá de algunas descargas eléctricas aisladas, no tuvieron que lamentarse serias consecuencias durante el episodio; algo muy distinto de lo que sucedería si las tecnologías quedasen inutilizadas en la actualidad. Por suerte, según cálculos de los astrónomos, tormentas de la magnitud del Evento Carrington solo se dan unas dos veces por milenio.
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