2025-03-08 18:12:00
La leyenda cuenta que para un cazador no hay nada más peligroso que enfrentarse a un animal herido. El riesgo lo acecha y la reacción de la bestia maltrecha puede ser letal. Tadej Pogacar ganó la Strade Bianche, la tercera en el palmarés, con sangre y heridas, con la épica que siempre acompaña a los grandes campeones para hacer más grandes las hazañas, para convertirse en mitos de la bicicleta y para que vivamos todos inmersos en la era Pogacar, que será irrepetible como lo fueron las de Coppi, Anquetil, Merckx, Hinault o Induráin.
Herido llegó a la plaza del Campo de Siena, un lugar histórico para que pudiera celebrar la victoria en la Strade Bianche más dura y más difícil de ganar porque tuvo ante sí a un rival consistente, el británico Tom Pidcock, y porque una brutal caída a 50 kilómetros de la meta pudo enviarlo al hospital y cuestionar la temporada. Tuvo muchísima suerte porque rodó sobre el asfalto, porque dio una vuelta de campana y acabó en la campiña toscana. Dolorido, pero enrabietado, volvió a subir a la bici, luego la cambiaría. Se colocó las calas y recuperó el aliento después del empujón solidario y reglamentario de su director, Joxean Fernández, Matxín para todos.
Pidcock miró hacia atrás, mientras el británico Connor Swift, que iba con ellos, siguió la trayectoria de Pogacar pero pudo evitar la caída. Instantes después, el ciclista polaco Michal Kwiatkowski, que fue campeón del mundo en Ponferrada 2014, se fue al suelo en el mismo lugar, se lastimó el codo izquierdo y tuvo que abandonar. “Fue un error. Conocía la curva porque la había trazado como 20 veces. Pero iba demasiado rápido y me patinó la rueda trasera. Espero que sólo tenga heridas superficiales porque después de una caída nunca sabes cómo va a reaccionar el cuerpo”, justificó en la entrevista de la señal internacional de televisión.
Con el mono de campeón del mundo roto en varios lugares, con heridas en el hombro izquierdo, ambas manos, la pierna y el trasero, siguió Pogacar en carrera. Pidcock lo esperó. Había buen rollo entre los dos puesto que unos kilómetros antes de la caída, Pogacar le había ofrecido un bidón, tal cual la histórica imagen de Coppi y Bartali.
Los dos siguieron recortando kilómetros hasta Siena, la pareja fue superando los diferentes tramos de tierra blanca, el ‘sterrato’ toscano, el primer ataque de Pogacar se produjo a 76 kilómetros de la llegada, muy cerca al lugar escogido hace un año para demarrar. Entonces, el fenómeno esloveno se quedó solo. En esta ocasión, Pidcock, dos veces campeón olímpico de bici de montaña, lo aguantó antes de pillar a Swift que iba en fuga.
A partir de allí, Pogacar se fue recuperando, unas veces a rueda de Pidcock y otras dando relevos al británico hasta que llegó el sector 15 de tierra, a 18 kilómetros de la meta. Un repecho doloroso como las heridas que llevaba, le sirvió para acelerar. Aguantó su rival, pero no lo suficiente. Se produjo el hueco y ya no lo vio hasta la meta.
Fantástica victoria de Pogacar que ahora tendrá dos semanas de recuperación hasta la Milán-San Remo (sábado, 22 de marzo), la clásica que se le resiste, la que quiere ganar frente a los velocistas entusiastas. Buen papel de Pello Bilbao (quinto) y Roger Adrià (décimo) en una Strade Bianche que ganó Demi Vollering en el apartado femenino con Mavi García en quinta posición.
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