2024-12-09 18:01:00
Hay quien dice que la edad se lleva por dentro. En la mayoría de casos, quien tira de este refrán lo hace para referirse a la importancia de mantenerse joven de espíritu a pesar del paso del tiempo. Pero los científicos, por su parte, también utilizan esta expresión para estudiar cómo cada órgano, cada tejido y cada persona envejece a un ritmo distinto y en función de factores que, hoy por hoy, aún no comprendemos del todo y que, justamente por ello, protagonizan una de las líneas de investigación más intrigantes de nuestros tiempos. Uno de los estudios más exhaustivos realizados hasta la fecha sobre envejecimiento cerebral, publicado este mismo lunes en la revista ‘Nature Aging’, sugiere que nuestro cerebro envejece en función del vaivén de tan solo 13 proteínas. Varias de ellas, vinculadas con el estrés. “Los cambios más bruscos se producen a los 57, 70 y 78 años”, concluyen los investigadores responsables de este trabajo.
La investigación, liderada por la Universidad de Zhengzhou, toma como punto de partida dos bases de datos gigantescas. Por un lado, la recopilación de más de 10.000 imágenes cerebrales de pacientes sanos de entre 45 y 82 años. Y por otro lado, las muestras de sangre de casi 5.000 personas residentes en Reino Unido. Todo ello, para seguirle la pista a más de 3.000 proteínas presentes en nuestro organismo y entender, por ejemplo, cómo la concentración de estas sustancias influye en la evolución del cerebro en diferentes etapas de la vida y al envejecimiento de este órgano tan vital para nuestra vida. Según explican los expertos que han liderado este trabajo, el análisis ha permitido identificar una decena de proteínas que parecen marcar el compás del envejecimiento cerebral y que determinan la edad de nuestra materia gris. Y cómo no, su riesgo de sufrir enfermedades.
La investigación ha estudiado 10.000 imágenes de cerebros adultos y casi 5.000 muestras de sangre
El estudio identifica un total de ocho proteínas que cuando aumentan su concentración promueven un envejecimiento cerebral acelerado (GDF15, FGF21, TIMP4, PLA2G15, GFAP, ADGRG1, LGALS4, CHI3L1). También se identificaron cinco proteínas más cuya presencia indica una menor tasa de envejecimiento cerebral (BCAN, KLK6, CEACAM16, WFIKKN1, ADAM22). Tal como explican los expertos que han liderado este trabajo, varias de estas proteínas están directamente vinculadas con factores de estrés crónico, que se reflejan tanto a nivel celular (en los que se daña la estructura misma de las células) como a nivel de sistemas (promoviendo, por ejemplo, daño en tejidos y órganos o respuestas inflamatorias). También se detectan al menos dos proteínas asociadas con el riesgo de sufrir demencia, accidentes cerebrovasculares o, en general, enfermedades neurodegenerativas asociadas con el movimiento.
Varias proteínas vinculadas al envejecimiento cerebral también se asocian con el riesgo de demencia y de sufrir un ictus
Tres puntos de inflexión
Una de las conclusiones más llamativas de este estudio es que, más allá de señalar las proteínas en sí, se detectan al menos tres etapas en las que se producen concentraciones máximas de estas sustancias que se asocian directamente con cambios bruscos en el envejecimiento cerebral y que, por lo tanto, marcan un punto de inflexión en cómo envejecemos. Según explican los investigadores, este fenómeno se produciría a los 50, los 70 y los 78 años. “Identificar estas proteínas y las edades en las que se produce su concentración más alta podría ayudarnos a diseñar intervenciones específicas para ralentizar el proceso de envejecimiento cerebral en estas etapas”, afirma el equipo liderado por la doctora Yu Ming Xu en el artículo publicado este lunes.
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Los científicos sugieren utilizar esta información para diseñar intervenciones específicas que permitan ralentizar el envejecimiento en estas etapas
Otro de los puntos fuertes de este trabajo es que, a diferencia de otras investigaciones, los análisis se basan en datos ya existentes. Es decir, que se reutilizan datos ya recopilados para otras investigaciones. “Este estudio pone de manifiesto el potencial de la reutilización de los datos generados en diferentes estudios, así como la importancia de colgar los datos en abierto en repositorios especializados para el avance de la investigación en diferentes áreas clínicas”, destaca Xavier Gallart, responsable del grupo de investigación +Pec Proteomics del Instituto de Investigación Biomédica de Lleida (IRBLleida), en declaraciones al portal Science Media Center España.
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