2024-05-03 17:50:39
Yossi Mekelberg (Tel Aviv, 1961) se define como “ciudadano israelí y académico británico“. Judío por línea materna —porque eso no se elige, se nace, clarifica—, en el instituto creía que se especializaría en ingeniería eléctrica pero comenzó a acudir a manifestaciones en favor del pueblo palestino antes de llegar a la mayoría de edad. Cumplió con su servicio militar en Israel y en los 90 se fue al Reino Unido a estudiar, y se quedó. Hace dos décadas que es investigador en el centro de pensamiento Chatham House, en Londres, y publica regularmente en Arab News, una rara combinación que busca tender puentes para que algún día israelíes y palestinos puedan convivir en paz. En Barcelona, invitado por el CIDOB (Barcelona Centre for International Affairs), se entrevista con El Periódico de Catalunya, del mismo grupo editorial que este diario, para analizar el conflicto en Gaza.
-¿Es el ataque de Israel contra Irán una señal de que está escalando la tensión en Oriente Próximo?
-Alguien diría que es un gran teatro. Que solo lanzaban misiles para mostrar su capacidad de lanzar misiles, como una declaración de intenciones para formar una coalición contra Israel. Pero es un teatro peligroso. Si esos misiles caen sobre la población civil sí que hubiera tenido un efecto mayor de escalada. El juego político dicta el juego militar, pero a veces también sucede al revés.
-¿En qué cambió el tablero político el ataque de Hamás del 7 de octubre?
-Fue la peor forma posible de empezar una guerra: desde el trauma, el odio y el afán de venganza. Netanyahu lo planteó como la guerra para destruir a Hamás, pero eso no es posible. Para empezar, porque Hamás no es solo una organización terrorista, sino un movimiento político, y no se puede acabar con las ideas. Al menos, no sin proponer una idea alternativa convincente para esas personas. El pueblo israelí no tiene nada que ganar con esta guerra. Y la masacre de palestinos es inmoral y contraproducente.
-¿Por qué no respeta Israel el derecho internacional?
-Los portavoces del Gobierno israelí, con los que estoy en desacuerdo, dirían que sí que están cumpliendo la ley internacional y que ellos no están perpetrando un genocidio sino defendiéndose de uno contra ellos. Utilizan expresiones como “los nazis de Hamás”. Como segunda generación de supervivientes del Holocausto, me ofende que comparen a Hamás con Hitler.
-Netanyahu se niega a la llamada solución de los dos estados, que ahora tanto Europa como EEUU piden. ¿Cómo gestionar entonces el escenario posbélico?
-Yo he apoyado la solución de los dos estados desde hace muchos años. ¿Es esa la panacea? No lo sé. El objetivo es que todos tengan los mismos derechos y los puedan ejercer en una región en paz. Si hay algún otro escenario en el que ese objetivo se cumpla, hablemos. Algunos dicen que sería posible en un único estado nuevo, que no fuera ni Israel ni Palestina. Otros, lo que llaman la solución de los tres estados, en la que además de Israel y Palestina, Gaza tenga entidad propia.
-¿Qué pasa con los asentamientos israelíes en un escenario posbélico?
-El aumento de los asentamientos es la mayor dificultad. En 1993 había unas 140.000 personas en asentamientos. Ahora son más de 1 millón, no sólo en Gaza sino también en el este de Jerusalén. Cuando estuve en 2005 presencié cómo las fuerzas del orden palestinas desmantelaban un asentamiento de 8.000 israelíes. Era relativamente pequeño pero era un trabajo árduo, les dejaba exhaustos. Parece una tarea imposible evacuar a todas esas personas. Una opción alternativa sería una fórmula confederal al estilo de la Unión Europea, donde los ciudadanos del espacio Schengen pueden mudarse de un país a otro sin visado pero tienen que acatar las leyes del país de residencia, lógicamente. Así, un israelí que vive en zona palestina, puede hacerlo siempre que cumpla la ley palestina.
-Si el Gobierno de Netanyahu no se sienta en una mesa de negociación de paz, ¿quiénes podrían ser los interlocutores alternativos?
-Netanyahu no es un aliado para conseguir la paz como tampoco lo es su partido. Su supervivencia en el poder depende de la continuación de la guerra, y eso va en contra del interés nacional. Netanyahu no debería ser el primer ministro. Israel necesita elecciones ya. Es cierto que Benny Gantz y Yair Lapid suenan como posibles interlocutores alternativos. Tampoco podemos garantizar que ellos u otros estén preparados para el largo viaje que les espera, pero necesitamos nuevos líderes electos para salir de esta encrucijada. Israel acaba de celebrar unas elecciones locales, así que es posible, legal y logísticamente. Y ahora es más urgente que nunca. Es más peligroso no tener elecciones que tenerlas.
-¿Ha habido un viraje en Netanyahu con los últimos acontecimientos o siempre fue esa clase de líder?
-A pesar de que Netanyahu quiera proyectar una apariencia resuelta y segura, si te fijas en su forma de actuar, es un político muy titubeante. El ataque de Irán es un ejemplo. Voces de la oposición pedían que reaccionara mientras él no hacía nada. Su otro problema es que le pierden el poder y el dinero, y ha moldeado a la sociedad israelí para que sirva sus propósitos. Pero ya no tiene legitimidad. Las encuestas van en su contra.
-¿Por qué alguien que votó a Netanyahu en elecciones anteriores no lo haría ahora?
[–>
-Porque les falló el 7 de octubre. No le votarán porque él se presentó como el defensor, el protector del pueblo judío, y fue negligente. Otros no le votarán por su historial de corrupción o por su ataque a la democracia liberal, un club selecto de países en el que Israel estaba y del que él les ha sacado. Netanyahu cometió un error de cálculo: estaba obsesionado con Cisjordania y por supuesto erró miserablemente en la defensa de su país. Como primer ministro era responsable de eso, aunque no asuma la culpa.
Abonnez-vous pour continuer la lecture
#Yossi #Mekelberg #chercheur #israélien #Netanyahu #devrait #pas #être #Premier #ministre #Israël #besoin #délections #maintenant
1714766661